El trabajo es uno de los derechos humanos conocido pero no siempre respetado como corresponde. Aunque, desde hace mucho tiempo, cuando se habla de justicia social se pone el trabajo en condiciones dignas como uno de sus principios, existen aquellos que creen lícito destratar a los trabajadores. Ante esa realidad la OIT ha generado conceptos como el de “trabajo decente” y “trabajo digno” manifestando preocupación por aquellas situaciones en cuales, con diferentes pretextos, se impone a los trabajadores relaciones laborales que no son justas.
Por estos días vemos como los municipios de Villa María y Villa Nueva violentan la concepción del "trabajo digno" como un derecho de los empleados estatales. En una banda del río no se pagan los salarios como corresponde, en tiempo y forma, en tanto que el accastelismo de la otra banda se niega a terminar con la discriminación que significa abonar el adicional por la movilidad solamente a un grupo de trabajadores en tanto que al resto de los municipales hasta les niega la posibilidad del diálogo.
Cuando nos preguntamos ¿cómo es que existen estas prácticas políticas en el Siglo XXI?, las repuestas surgen señalando la falta de seriedad para encarar la relación con los empleados que tiene al poder político como patronal. Pero tampoco sería posible todo esto sin la existencia de ciertas conducciones gremiales complacientes, amigotes del poder a las cuáles no les importan que los trabajadores sufran avasallamientos como la discriminación, acosos, la precarización laboral y las demoras en el pago de los salarios. Son las mismas dirigencias que no tienen empacho en decir que otorgan “respiros” a las intendencias, como si los trabajadores ahogaran a alguien. Cuando en realidad los únicos que tienen serias dificultades son los trabajadores que no cobran sus sueldos en tiempo y forma. Esos sectores gremiales, son los que traicionan a las bases o toman “oportunas” vacaciones cuando existen conflictos con la patronal. Son los que hacen pactos con el poder político/patronal y luego tienen actitudes cuasi mafiosas con los trabajadores cuando estos buscan herramientas útiles para demandar por sus derechos. Son aquellos que son “dialoguistas”, como dicen ellos, cuando hay que desgatar la fuerza de los trabajadores suspendiendo medidas de fuerzas, y son cualquier otra cosa cuando los empleados pasamos tres meses, como en Villa María, pidiendo diálogo sin que Eduardo Accastello se digne a solucionar el hecho discriminatorio que significa no pagar la movilidad a todos los empleados. Pero claro, les resulta fácil hablar de “respiro”, “diálogo”, plantear “esperar” e irse de “vacaciones” cuando los bolsillos que sufren son de los trabajadores. Y mucho más grave cuando algunos de ellos, como sucede con la compañera Gramaglia, sufren persecuciones por parte del poder político.
Todo esto habla tanto de lo poco que suele respetarse el derecho a acceder a un trabajo en condiciones dignas, como de la escasa consideración que se tiene por los trabajadores estatales en estas dos bandas del río.
Como municipales afiliados a ATE les hacemos llegar nuestra solidaridad a los compañeros de Villa Nueva y seguiremos insistiendo para que Accastello entienda el planteo de los trabajadores de Villa María.
Jesús Chirino
José Luis Bernabé
Central de Trabajadores Argentinos (CTA)
Villa María
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