“Haití no fue beneficiado ni con la geografía, dado que las playas tienen una especie de piedra en la arena que no las hacen tan lindas como las islas dominicas”, dijo Orlando Enrique Sella, al empezar a definir el país en el que estuvo como embajador entre 1989 y 1993, en tiempos en que un golpe de Estado había derrocado a Jean Bertand Aristide, quien luego fue repuesto en su cargo.
“Las diferencias sociales son impresionantes. Hay casas en Haití valuadas en un millón de dólares de las que disfruta el 5% de la población, mientras que el 70% restante vive en una situación de extrema pobreza”, dijo.
Aclaró que el concepto de pobreza en la isla es diferente al que podemos imaginar los argentinos. “El pobre no tiene acceso a nada. A educación, a salud, a vivienda. A nada. Hace algunos años que se empezó a enseñar el creolle en las escuelas, que es el idioma nacional. Antes, los chicos no iban porque se enseñaba en un idioma -francés- que les era extraño”, dijo.
Haití “está importando todo. Hasta pescado, porque no hay estructura pesquera para satisfacer el mercado interno”, dijo.
Las tierras no son fértiles “dado que se ha desmontado todo porque desde siempre la gente utiliza como energía los árboles de los montes que había en la parte alta. Sin árboles, el suelo productivo se erosionó y hoy no pueden producir nada”, afirmó.
Conoce el populoso barrio de Puerto Príncipe donde el terremoto causó decenas de miles de víctimas fatales.
Se trata de City Soler -la base de la militancia de Aristide- donde las casas son pequeñas habitaciones de ladrillo hueco con un excusado al fondo. “Ojalá que la solidaridad internacional no termine cuando Haití ya no salga en los diarios. Creo que es el momento para pensar en una reconstrucción en serio, que todo el mundo colabore para que puedan hacer viviendas dignas y antisísmicas”, dijo.
Cree que la responsabilidad de tanta pobreza “la tiene en primer lugar Estados Unidos, que tomó Haití como su patio trasero y también América Latina, que siempre le dio la espalda, pese a que los haitianos miran más al sur, se sienten latinoamericanos”, aseguró.
Sella recogió experiencias durante su período de embajador y las plasmó en algunos libros.
Días antes del terremoto, desde la editorial universitaria (Eduvim) le habían solicitado que publicara un libro sobre el tema, hecho que se concretará este año.

@ Violencia

No le llaman la atención los hechos de violencia que se producen por estos días porque, según su visión, “el haitiano es violento”.
“No sé si la raíz de esos enfrentamientos es que la mayoría de la población viene de distintas tribus de Africa que eran enemigas o por el sometimiento en la época de esclavos de los franceses. Lo que le puedo asegurar es que son violentos”, indicó.
Dio ejemplos que en las campañas políticas a algunos candidatos se los asesina de manera extremadamente cruel. “Una forma es colocarle una cubierta de automóvil en el cuello, rociarlos con nafta y prenderlos fuego”, indicó.

@ Docentes, en lugar de marines

En ese contexto, si bien entiende que sea necesario marines -aunque prefiere los cascos azules- para que se mantenga algo de orden en medio del caos, “lo que habría que enviar son maestros, ingenieros y técnicos, para que puedan ayudar a reconstruir Haití, dar educación a los que hasta el momento se la han negado”.

@ Solidaridad

Sella informó que con el cónsul haitiano en Córdoba están trabajando para colaborar con Haití. “En esta primera etapa necesitan dinero. Es en vano mandar agua o víveres, porque no tienen cómo hacerlos llegar”, concluyó.