Llegó enero y junto con los Reyes, el gran Festival de Doma y Folclore de Jesús María.
Y más bien, yo diría la "Jineteada", porque el domador emplea su sabiduría ofreciendo horas de amor. Porque hasta al potro más salvaje se lo lleva al palenque y se lo hace comprender que con su caricia las cosquillas de a poco se les va a sacar.
Y así se lo va domesticando, integrándolo de a poco a una familia, usándolo para llevar los niños a la escuela. O ir al pueblo a comprar cosas o tal vez a un doctor de urgencia, como una vez me tocó cruzar un río crecido y con un niño en mis brazos. Jinetear un caballo es hermoso porque defiende su lomo pero no le hagamos daño.
Sí clavarles las espuelas con el pigüelo torcido así no corre las "rodajas", lucirse con el revenque, chirliarlo de pecho a las ancas y si el potro no se le va, téngalo por seguro que su lomo ya está "entregao".
Pero si pagamos para verlo sufrir viendo un espectáculo no me hable más del caballo, porque usted no lo quiere como amigo.
Lamento lo del pibe que murió, porque una ilusión lo arrebató de ser el campeón. De aquel palenque Nº 1 a los palenqueros se le escapó y el potro en el aire se "voleó" y se produjo un gran apretón.
La muerte estuvo presente, un jinete se nos "jué" y el "reservao" quedó. No lo matemos, démosle amor y pidámosle a Dios que nos perdone por lo que sucedió.
La Patria se hizo a caballo y a nuestros próceres llevó. El gaucho estuvo presente porque amó la libertad.
Se cumplen 200 años de que nuestra Argentina se liberó. Viva mi Patria y de vos caballito querido nadie se acordó.
Enrique Cardozo
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