Una familia villamariense comenzó los trámites de adopción de un niño de Haití en setiembre del año pasado y hoy el Gobierno local estaría gestionando la llegada a Villa María del cónsul de dicho país en Argentina para dar una charla informativa al respecto.
El diplomático que habría tomado contacto con gente del municipio comprometió su visita este sábado o a más tardar el próximo, de acuerdo a lo informado a nuestro matutino por fuentes confiables.
En tanto, una comerciante, que pidió mantener en reserva su nombre, proporcionó, entrevistada por EL DIARIO, dos teléfonos para que las personas interesadas en el tema puedan comunicarse con ellos. Los números son 0353-4546811 y 0353-154263381.
La historia de S. (usamos la inicial de su nombre) es una de las tantas historias de amor por los niños necesitados de un hogar y que piden a gritos el cobijo de una familia.
“Siempre tuvimos la idea de adoptar un niño”, dice S. que lleva cinco años casada con su actual pareja y espera con ansias contener en el seno de su hogar a un pequeño. La burocracia existente en nuestro país en materia de adopción los llevó a mirar hacia otras tierras. Y en ese horizonte apareció Haití con la pobreza y el dolor alojado en las calles en medio de bellezas naturales y catástrofes naturales.
“Nos pusimos en contacto por Internet con gente de Buenos Aires que tenían adoptados niños de Haití y comenzamos los trámites.”
¿El motivo de elegir Haití? “Aquí te lleva entre ocho y nueve años una adopción, allá entre seis meses y un año.” Sustancial diferencia.
S. y su marido empezaron en setiembre del año pasado a gestionar la llegada de un pequeño a su vida. “Estábamos juntando toda la documentación que te piden cuando pasó lo del terremoto.”
Entre el horror de la tragedia quedó parte del Orfanato elegido por la pareja local. La mitad del espacio de contención infantil de Puerto Príncipe quedó destruido, los trámites parados y las comunicaciones interrumpidas.
“Nuestra idea es poder presentar los papeles y ver si nos asignan un niño...”
Desolación, por un lado. Esperanza y amor, por otro. Una manera de equilibrar, mínimamente, tanta injusticia.