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Algunos hombres tienen muy pocos o ningún espermatozoide |
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"Por lo tanto Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, creó al hombre y a la mujer. Y Dios los bendijo a ellos y les dijo: sean fructíferos y multiplicaos y llenen la Tierra" (Génesis 1:27-28)
Todas las personas que quieran tener hijos podrán tenerlos, superando casi cualquier impedimento físico. La fertilización asistida surge como una reacción a la negativa de la naturaleza por impedir el derecho y necesidad de la descendencia.
En el mundo, según los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cinco parejas en edad reproductiva padece algún tipo de infertilidad. En los últimos años, las parejas con dificultades reproductivas pasaron de ser el 15% al 20%.
Las causas que más pesan en este aumento son: la postergación de la maternidad por parte de la mujer hasta después de los 35 años, la caída en la calidad y cantidad de los espermatozoides, el aumento del número de fumadores/as, las enfermedades de transmisión sexual, el sobrepeso y el estrés. Muchas de estas causas pueden ser prevenidas. También se debe recalcar el papel que han jugado los medios de información, que hace que más parejas conozcan acerca de las soluciones y se animen a consultar.
Hoy decimos que un tercio de las causas son atribuidas a la mujer, un tercio al hombre y en el tercio restante se ven involucrados ambos miembros de la pareja. Echando por tierra el mito de la responsabilidad femenina solamente. Para cada uno de estos trastornos la ciencia tiene ahora una respuesta. Así una vez agotadas todas las otras instancias, en algunos casos debemos recurrir a las técnicas de fertilización asistida. Estas “asisten” o “ayudan” a que se produzca la unión entre óvulo y espermatozoide, que de otra forma no podría llevarse a cabo.
Bebés de "probeta"
Hasta hace 25 años, la única opción era la resignación o la adopción. Pero en 1978 nació en Inglaterra Louise Brown, la primera bebé de “probeta”, después fueron miles más, hasta convertirse en un procedimiento de rutina. En la Argentina, también ya hay miles de nacidos y varios centros que están a la altura de cualquier centro del mundo. Aquí la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva SAMER, acredita la capacidad de los centros y los médicos (ver www.samer.org.ar - centros autorizados y especialistas).
Estos métodos que colaboran con la naturaleza tienen distintas indicaciones como: las obstrucciones tubarias, la endometriosis avanzada, las secuelas de las enfermedades inflamatorias pelvianas, la esterilidad sin causa aparente y muchas de las causas donde están alterados los espermatozoides.
Tradicionalmente las dividimos en técnicas de baja y alta complejidad. Entre las primeras, se encuentran las inseminaciones intrauterinas, que consisten en colocar el semen previamente acondicionado, dentro del útero de la mujer, en el momento en que está ovulando. Es un procedimiento rápido, sencillo e indoloro.
Los métodos de alta complejidad incluyen fundamentalmente a la fertilización In Vitro (FIV) y a la última y más revolucionaria de estas técnicas, la Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides (ICSI). En la FIV, luego de estimular la ovulación en la mujer y recuperar sus óvulos, éstos se ponen en contacto con los espermatozoides, facilitando su encuentro y posterior formación del embrión que será luego transferido al útero de la mama, donde tratará de implantarse y desarrollarse.
La azoospermia
En el caso del ICSI, la diferencia es que cada uno de los espermatozoides es introducido o inyectado dentro de cada óvulo. Esta última la utilizamos cuando ha fallado la FIV o especialmente ante factores masculinos severos, donde está afectado el número, la movilidad y/o la forma de los espermatozoides. Algunos hombres tienen muy pocos o ningún espermatozoide -azoospermia- y ante esta situación podemos obtenerlos del propio testículo y luego inyectarlos al óvulo.
Desde hace unos años, se usa también en fertilización una técnica llamada “diagnóstico preimplantatorio”, que consiste en obtener una célula del embrión y estudiarla para saber si es portador de alguna enfermedad. Pronto, gracias a la ingeniería genética será posible curar este embrión, es decir librarlo de sus anomalías.
La gran expectativa para los próximos años está puesta en aumentar la tasa de embarazo a través de estas técnicas. Esto se va a lograr cuando sepamos más acerca de la implantación del embrión en el útero, hasta hoy un enigmático proceso. Vimos cómo las técnicas se refinaron al máximo en lo que hace al proceso previo a la implantación, pero es todavía un misterio por qué algunos de los embriones que se transfieren al útero logran implantarse y otros no. Y es que el sistema reproductor humano es fantástico pero poco eficiente. Es por eso que en ocasiones debemos ayudarlo para que el embarazo suceda. Para eso está la medicina.
Natalio M. Kuperman
Doctor en medicina y cirugía
Especialista en Medicina Reproductiva
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