“La adopción no es factible por el momento, a la gente le digo que deben esperar...”. Las palabras fueron expresadas por el vice cónsul de Haití en Córdoba, Claude Volcy.
El diplomático llegó ayer a Villa María y explicó esta situación a unas quince familias interesadas en brindar un hogar a niños de su país.
Después del encuentro, a puertas cerradas, Volcy habló con los medios de prensa. “Hoy no se puede hablar de adopción porque no hay ninguna institución en pie en Haití”.
Pero más allá del panorama que dejó el terremoto, el vice cónsul tiene conceptos bien arraigados sobre la entrega de chicos en adopción.
“La adopción es un arma de doble filo, tiene muchas facetas”, comenzó diciendo y agregó: “Para que un niño sea esclavo de nuevo, donante de órganos o prostituto lo prefiero muerto.”
Duro concepto. Sonríe apenas aunque su mirada refleja tristeza y reconoce la dureza de sus palabras.
La defensa de las raíces de su pueblo y de la libertad, sin duda, están fuertemente arraigadas en sus sentimientos.
“Un niño que se va y deja de pensar como haitiano...”. La frase queda inconclusa, picando, dejando tal vez retenida la pregunta: ¿vos qué opinás?.
El respeto por la identidad y sus costumbres es fundamental, comentamos logrando un movimiento de cabeza en señal afirmativa.
Volcy remarcó que son numerosos los llamados de cordobeses interesados en un niño haitiano.
“Tendrán que esperar”, reiteró.
No obstante, recalcó que cuando los trámites legales se inicien nuevamente lo informará.
“Voy a ser muy severo en mi concepto para la adopción. Exigiré una serie de requisitos”, aclaró.
Estas palabras también fueron dichas a los que llegaron hasta el municipio con esperanzas de traer un niño a su casa. Le dijimos que muchas familias tienen amor para dar a los chicos huérfanos.
“Cómo voy a saber si lo hacen de buena manera o mala manera, cómo voy a saber si no son traficantes, debo exigir una serie de cosas...”, dijo Volcy.
La libertad, ese bien tan preciado para su pueblo, es defendida a rajatabla. ¿No quieren volver al pasado, a la esclavitud?, fue la pregunta que salió de un comunicador.
“No...pero estamos viviendo el pasado en camuflado.”
Las expresiones de su rostro, por momentos, dijeron más que las palabras. ¿Qué quiso decir con esa frase? Curiosidad periodística. “Si un haitiano por diez horas de trabajo cobra 1,40 dólar y en Estados Unidos por el mismo trabajo cobra 9 dólares ¿qué somos? ¿Acaso no es esclavitud?”
La sola mención de Estados Unidos dio pie a otra consulta: ¿Se sienten invadidos por Estados Unidos? Otra vez, su rostro dijo todo pero su boca calló. “No voy a contestar esa pregunta.”
¿Cómo saldrá Haití de esta situación?
“Haití solo no va a poder salir, necesita de la ayuda de todos los países de Latinoamérica, pero no que hagan diez y se quieran llevar cien. Ayuda solidaria, sin intereses.”
¿Argentina está ayudando?
Otra vez el gesto intentando responder lo que tal vez no pudo decir como quisiera. Un “sí”, débil, un susurro apenas fue la respuesta.