La casa de retiros que los jesuitas tienen en la localidad de Limpia, a 10 kilómetros de la ciudad paraguaya de San Lorenzo, fue el escenario elegido para celebrar las Bodas de Oro como sacerdote de Arnaldo Gutiérrez.
Gutiérrez, no es un sacerdote común y corriente. Fue uno de los que obtuvo la autorización de la Santa Sede para contraer matrimonio y si bien tiene prohibido ejercer el sacerdocio de la manera habitual (con parroquia y fieles), está previsto que en algunos casos, cuando falte el cura, puede hacer uso de sus hábitos.
Así fue que Gutiérrez llegó a los 50 años de sacerdote y quiso hacer una misa a la que invitó a su amigo, José Amado Aguirre, de la Diócesis de Villa María.
“Participé de un momento histórico, único. Concelebramos misa con una mujer”, dijo a EL DIARIO el hombre que cree que la Iglesia debe avanzar indefectiblemente hacia la admisión de mujeres en el sacerdocio y hacia el celibato optativo para los sacerdotes.
Relató que al llegar al momento de la Consagración de la Eucaristía, el jesuita invitó a la esposa de Gutiérrez a participar de ese momento. “Fue realmente muy cálido ver las manos de la mujer entrelazadas con las de su esposo en el cáliz consagrando el cuerpo de Cristo”, dijo.
Explicó que esa función sólo le cabe a las personas ordenadas como sacerdotes dentro de la Iglesia y la mujer, obviamente, no lo está.
“Igual, el padre jesuita hizo una interpretación libre considerando que, si el matrimonio hace de un hombre y una mujer un solo ser, el hecho de que el hombre sea sacerdote le da derecho a la esposa a compartir esa condición”.
Es un tema que seguramente dará para la polémica. Pero ocurrió, y en un país que tiene un obispo de presidente.