Escribe: Juan Manuel Gorno

La desesperación por ganar de local y, en este caso, por llegar a la punta, fue contraproducente para Alumni, que anoche estiró su mala racha en Plaza Ocampo y empató sin goles ante un prolijo Juventud Unida Universitario de San Luis.
Por más que ahora tiene otro técnico y que, precisamente, pareció un gran envión la llegada de Carlos Ranalli con aquella victoria conseguida en Mendoza, el equipo villamariense mostró viejos vicios, tal vez los mismos que lo llevaron a empatar sin abrir el marcador en el último partido jugado en el mismo estadio, ante Estudiantes de Río Cuarto.
La escasez de ideas para capitalizar los espacios fue una constante contra un rival muy bien parado, que supo cerrar los caminos con atención y se resguardó en algunos pilares claves a la hora de cuidar el arco propio.
En el primer tiempo, la falta de puntería del goleador Luciano Vázquez y la gran participación del arquero Luis Benavídez formaron la explicación más facilista en la permanencia del cero en el marcador.
El delantero tuvo dos situaciones nítidas para desnivelar, cuando Alumni encontró en Carlos Herrera a un asistidor importante, por dos pases precisos que dio hacia la figura de su compañero. Pero a los 35’, primero Vázquez eludió al arquero y se quedó sin fuerza en el disparo que finalmente despejó Leandro Caballero, sobre la línea de sentencia. Y después, también tras un pase de “Falucho”, el nueve tiró de primera frente al arquero, pero éste tapó muy bien en el achique.
Benavídez se lució en otra situación clara para el local, cuando Román Strada sacudió de primera tras un corner y encontró la gran reacción del portero, sobre el primer palo.
Sin embargo, las acciones sobre el arco visitante fueron esporádicas porque Alumni de a poco se desinfló y entró en el juego del oponente, dividiendo la pelota en la mitad de la cancha y sin la lucidez necesaria para la elaboración de jugadas de riesgo.
Las dos líneas de cuatro que armó la “Juve” puntana por momentos fueron un jeroglífico para el elenco conducido por Carlos Ranalli, entonces la gente poco a poco se fue impacientando hasta luego trasladar las ganas a la cancha, sumando dosis de desesperación que el equipo incorpora rápido.
Esto provoca lo de siempre: Alumni a veces juega más rápido que la pelota, carece de una pausa para prender la lamparita y se mete en las sombras como para ver si encuentra algo, hasta chocarse con una realidad insoportable.
Juventud trabajó el partido sabiendo esta situación, como ya lo hicieron otros rivales que vienen, se cuidan, dan pelea y se van con uno o tres puntos en el bolsillo.
En este caso, al visitante le faltó audacia para buscar el arco contrario, aunque se las rebuscó con la movilidad de Wilson Albarracín y la presencia intimidante del villamariense Víctor Rena, quien habilitó a su compañero de ataque de cabeza y éste definió al gol, pero el árbitro, a instancias del asistente, anuló lo que pudo haber sido un baldazo de agua fría en la “Placita”.
Para el segundo tiempo, Ranalli buscó reacción agotando los cambios. Se decidió por Juan Bueno para suplir la ineficacia de Vázquez y pensó en abrir más la cancha con el ingreso del “Poroto” Gabriel Bolatti. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, pareció que Juventud se afianzaba mejor.
Los cierres sin fisuras del central Silvio Giovenale se sucedieron a tiempo mientras Alumni corría ciego hacia el arco del frente, y también sirvió en el visitante la unión entre los volantes para cuidar la pelota, además de la mal mencionada “inteligencia” para tirarse al piso y aprovechar un árbitro lento, que no supo acelerar el juego.
Sólo un tiro libre de Sebastián Godoy que se fue desviado y un par de aproximaciones con centro para Juan Bueno y Herrera, se pudieron contabilizar como “ocasiones de gol” en Alumni, aunque todo fue tibio, sin la emoción de aquellas jugadas del primer tiempo que terminaron con la imprecisión de Vázquez.
Encima, sobre el final del partido “Falucho” se ganó la segunda amarilla por una supuesta simulación y Alumni se quedó con un hombre menos, algo que sucedió también en Mendoza y en tantos otros partidos. Por eso el pitazo final encontró el tímido reconocimiento del público por el esfuerzo.
La punta de la zona se hizo desear, aunque no tanto como la victoria en casa que, a esta altura, parece un karma en la formación villamariense.

La figura

El arquero Luis Benavídez tapó dos pelotas fundamentales en el primer tiempo y siempre se mostró seguro en cada intervención. También se lució el central del elenco visitante, Silvio Giovenale.

El árbitro

Facundo Díaz, de Ayacucho, no aceleró el juego y esto exasperó al público local. Dejó dudas en la segunda amarilla a Herrera, quien no pareció simular, más allá que cayó aparatosamente. También los puntanos se quejaron por un gol anulado a Albarracín.