“Don Amadeo (Sabattini) murió en tiempos electorales. Viajamos desde mi ciudad en un ómnibus especialmente contratado para participar de la ceremonia de su sepelio. El sol y el horario tornaban intolerable el calor. Oradores de todo el país rindieron su homenaje. La gente no abandonaba el lugar. Me quedó la impresión de que se trataba de una respuesta moral ante la dimensión del dirigente muerto.”
El recuerdo pertenece al ex legislador y reconocido penalista Lorenzo Cortese. El dirigente estaba invitado a dar una charla en el Comité radical el pasado viernes y no pudo concurrir, pero envió una nota al presidente del partido, "Kililo" Botta, con el correspondiente pedido de disculpas y sus impresiones sobre quien fuera uno de los hombres más importantes del radicalismo cordobés.
“Lamento sinceramente no poder aceptar la invitación. Es más, con la misma sinceridad debo señalar que se trata de renunciar a un honor indisimulable. He compartido tribunas con los hombres más importantes del radicalismo, incluyendo la de los últimos tres presidentes radicales que desde el Partido el pueblo llevó al poder. Aquello resultaría pequeño ante la recordación a Sabattini, en el comité de la ciudad desde la que diseñó su actividad política”, indicó la carta en sus inicios.
En otro de los párrafos de la misiva enviada a Botta, Cortese recordó una anécdota a manera de pintura de Sabattini.
“Austeridad y honradez...”
“Me permito sí, otra recordación personal que obtuve en la década del sesenta, en conversaciones con el Dr. Eduardo Ordóñez, por esos años vocal de Cámara Penal donde el suscripto se desempeñaba. Ordóñez había sido vice ministro de Hacienda de don Amadeo. Rescato del bolsón de recuerdos, que éste me trasmitió uno que pinta cómo se amalgamaban autoridad y conducción real, con la convicción de la ejecución de un proyecto. Eran épocas sin fondos fiduciarios, caloteos de reservas del Banco Central ni otras galimatías financieras. Me contó Ordóñez que en reunión de Gabinete, trataban la posibilidad del inicio de la ejecución de uno de los diques (no recuerdo cuál). Había dudas, se planteaban interrogantes, funcionarios dubitativos y otros temerosos. Don Amadeo Sabatini, cerró –según Ordóñez- la deliberación con dos preguntas y una definición. Preguntó al ministro de Obras Públicas cuál era el costo de la obra. Obtenida la respuesta interrogó al ministro de Hacienda acerca de cuál era el monto disponible y luego cuánto se tardaría en obtener el resto. Meditó unos segundos, dio dos pasos y dijo algo así: la obra se realiza; mantengamos conductas austeras; llamen a licitación puliendo cifras y con los plazos de ejecución y pago en que podemos afrontarla.
Ejemplo imperecedero. La austeridad y la honradez del gobernante no pueden ser incompatibles con la eficiencia de su acción de Gobierno.”
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