@ Agradecimiento
Señor director:
Mi nombre es Daniela Zárate de Nievas, quien el día 8 de marzo de 2009 sufrió un gravísimo accidente con mi esposo en la ruta 158, a pocas cuadras de mi domicilio, en barrio Mariano Moreno.
El accidente provocó que estuviera 27 días en coma y 67 días internada en la Clínica Marañón, retirándome de ahí con una internación domiciliaria hasta el día de hoy y quedando incapacitada de caminar por mis propios medios, momentáneamente.
Quiero agradecer y destacar la excelente atención de los profesionales del Hospital Pasteur ya que junto a mi esposo, si bien el sufrió lesiones menores, también tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.
Fue en el Hospital donde recibimos nuestros primeros grandes e importantes auxilios de la mano del doctor en Traumatología: Baldoncini y del doctor Luis Seggiaro (director de la Terapia Intensiva).
Quiero agradecer a la señora Verónica Vivó que estuvo en permanente contacto con nuestra familia hasta el día de hoy, ofreciéndonos su apoyo en lo que necesitáramos y fuese posible desde su cargo de funcionaria pública, más allá de lo humano, que para nosotros fue grandioso.
A su señor esposo, Jorge Barrera (director del MuniCerca), a quien en reiteradas oportunidades tuvimos que acudir por diversas razones, encontrando en él respuestas certeras. Una de las tantas fue la obra de cloacas que se realizó en nuestro barrio y a la que nosotros era imposible acceder ya que tenemos tres hijos y muchísimas dificultades económicas.
Agradezco a la señora Ana María de Szyotowski que se encargó de comunicar de todas las reuniones informativas que se realizaban en el centro vecinal por medio de volantes y publicidad callejera.
Como presidente, el señor Marcelo Pomini desarrolla su tarea de modo correcto, se trató mi caso en reuniones junto a otros vecinos y evaluando nuestra situación nos hicieron posible gozar de los servicios públicos.
Simplemente y sencillamente quiero hacer público todo esto, ya que se manejaron diversas versiones sobre la obra y se dijo, en su momento, que sólo eran proyectos.
Hoy, ya son totalmente (ni más ni menos) que realidades.
Daniela V. Zárate
DNI: 22078538
@ Crónica del despeñado
Comía mi “sánguche” especial de tres pesos en un banquito blanco de la esquina bulevar Vélez Sarsfield y Rucci.
La nena se acercó y comenzó a hablarme, con toda naturalidad, con la soltura de una amiga, de una loca, de una niña.
“¿Sabías que mi papá tocó en las peñas y perdió la plata y no tenemos para volvernos?, ¿vos tenés algo? Diez pesos perdió.”
Mis ojos habrán disparado preguntas, pero no pude sino sonreír. Hacía dos minutos yo había alzado una moneda de diez centavos del piso gris y la había puesto en el banco, junto a mí.
La boca de la niña me miraba a los ojos, me hablaba al corazón, a la conciencia, pero sus ojos (estoy seguro) devoraban mi sánguche.
Me sentí un rico, un millonario, el más sucio de todos. Qué asco, pensé, soy un asco. Qué hago con este sánguche en la mano.
No terminaba de pensar y apareció el padre de la nena, con la guitarra y dos bolsos en la mano, y con un niño pequeño a su lado (no azulado, sino a-su-lado, y más bien grisáceo, polváceo, color pobre, color hambre).
Hola, qué pasó, “no, se me perdieron diez pesos y no nos podemos volver para Jesús María, y yo tenía la plata justa. O sea, para mí alcanza, pero para los chicos no ¿Vos no tenés nada?”.
Sinceramente no tengo, si no te daba. Tengo tres pesos nomás, si querés, si te sirven, “uy sí, gracias, voy a ir recolectando”. Saqué lo que me había sobrado del sánguche de mi billetera que es una flaca, y después que metí la mano quedó desnutrida.
Yo me había acercado al hombre, que había frenado su necesidad en el cordón de la vereda del bulevar, y me la mostraba, a ver si algo podía hacer por ella.
Yo me había levantado del banco y pude hacer tres pesos por la necesidad gorda que el hombre me mostraba, por la necesidad alta, de ojos saltones, de manos ásperas, sus amigos la llaman Pobreza; no es ninguna tonta, cada vez conquista más territorios, habita más huesos.
Espero que te sirvan, le digo, y le deseo suerte (qué vergüenza tener que desearle suerte a un pobre).
“Gracias, voy a seguir recolectando”, y se iban yendo. Yo estaba triste, indignado, de golpe un montón de años se me vinieron encima (repentinos, como a catapultazos, a bombazos), se me ataron a las piernas y qué lento, qué cansado caminé hasta el banco.
Creo que ni saludé, no me di cuenta. Miré el banco, la moneda de diez centavos ya no estaba. Tuve miedo. Sonreí. Qué calor que hacía.
Mauro Guzmán
DNI: 33592075
@ Haciendo el bien
La doctora Zilda Arns Neumann, de 75 años, nacida en Brasil, viuda, madre de 4 hijos y numerosos nietos , falleció a consecuencia del terremoto en Haití, luego de concluir su conferencia.
Zilda fue destacada pediatra, especialista en Salud Pública y fundadora de la Pastoral de la Infancia Internacional y coordinadora de la Pastoral de las personas con SIDA.
En su último discurso, se expresó a favor de la protección del niño, desde la concepción, insistiendo en que los legisladores deben dedicarse a elaborar leyes a favor de la vida, los gobiernos a ejecutar políticas públicas que incentiven la defensa de la niñez, aludiendo a que la fuerza propulsora de la transformación social está en la práctica del más grande de todos los mandamientos de la Ley de Dios: el amor, capaz de mover montañas: “Amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”.
La muerte la encontró haciendo el bien. Que descanse en paz.
Enrique Cheli Pedraza
Educador - Córdoba
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