o hay mayor desestabilizador en la armonía familiar y conyugal que la situación que se presenta cuando aparece la dificultad del niño para conciliar el sueño y que se despierta varias veces por la noche. Cuando esto sucede, los padres comienzan a utilizar estrategias de todo tipo, como darle agua, hamacarlo, cantarle, darle la mano, dejarse acariciar.
Nada de esto suele ser suficiente, ya que aunque el niño se queda dormido después de algunos minutos, el sueño no es continuo y se despierta en reiteradas oportunidades, debiendo los padres intentar nuevamente las mismas rutinas para dormirlo. Poco a poco las cosas se complican.
El niño va creciendo y exigiendo nuevas demandas, puede dormirse en el sillón, mirando televisión o en la cama con los padres, lo cual no favorece las adecuadas rutinas de los hábitos del sueño ni soluciona el problema.
La sensación de frustración se va incrementando. Los padres reciben consejos de los abuelos, vecinos, amigos, todos saben más que ellos y tienen la sensación de que los niños de los demás duermen mejor que los suyos. Las reacciones de autoculpa son frecuentes e incluso la sensación de inseguridad con respecto al problema se hace evidente, intercambiándose acusaciones de culpabilidad.
El rechazo hacia el niño puede comenzar, no se desean más hijos y esperan con ansiedad que crezca para que se duerma mejor.
La causa que origina este problema en lactantes hasta niños de cinco años de edad, radica en la deficiente adquisición del hábito del sueño, es decir, existe una distorsión y desestructuración por asociaciones inadecuadas que el niño hace con su sueño, normalmente debidas a los múltiples cambios que realizan los padres para intentar que se duerma .
De este modo interrumpen su sueño varias veces en la noche y les resulta imposible volver a conciliarlo de forma espontánea y sin ayuda.
El estilo de vida del niño y de los padres suele desempeñar un importante papel en la existencia de este tipo de trastornos, un mayor conocimiento sobre el desarrollo del sueño y sobre prácticas cotidianas que obstaculizan un adecuado descanso suele ser una forma de solucionar parte de los problemas del sueño en la edad infantil.
Algunas sugerencias para enfrentar esta situación son las siguientes.
Durante el día:
• Limitar el consumo de sustancias estimulantes.
• Establecer horarios rutinarios para las actividades diarias.
Durante la noche:
• La situación del inicio del sueño debe ser agradable y tranquila.
• Acompañar al niño a su habitación, ayudarlo a meterse en la cama, permanecer con él manteniendo una conversación relajante, pueden contarle algún cuento corto. Ver la televisión antes de acostarse, aunque sea juntos, no es una buena actividad porque no permite el intercambio personal.
• Transcurridos 10-15 minutos comunicar al niño que se va a quedar solo y que si lo necesita estará en otra habitación, no esperar a que el niño se duerma.
• Si el niño tiene miedo se puede dejar un ruido de fondo o una luz tenue.
• Establecer horarios de acostarse y levantarse, tanto en el sueño nocturno como en el diurno.
Es importante recordar que el niño aprende a dormir con aquello que los adultos le dan y que en sus despertares durante la noche reclamará lo que haya asociado con su sueño. Si el niño se duerme solo, volverá a hacerlo cuando se despierte por la noche, pero si se ha dormido en brazos, reclamará los brazos.
Cuando los problemas para conciliar o mantener el sueño persistan es aconsejable consultar a un profesional.

Lic. Valentina Astrada
MP 5946
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