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Carlos Possentini, Víctor Acosta y Gastón Mori fueron aplaudidos por más de 130 personas |
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La vida es un viaje, aunque uno se halle parado siempre en el mismo sitio. La vida es un juego, o todos los juegos que uno desee inventar. La vida es sueño, había reseñado Calderón de la Barca...
Estas tres sentencias se reúnen en la destacada obra de teatro, humor y clown presentada por el grupo cordobés Cirulaxia Contra Ataca, el viernes por la noche en el auditorio del Rectorado de la UNVM (presentado en el 50º aniversario del Instituto Belgrano).
“DeSastres” abriga las infinitas posibilidades de crear mundos paralelos con sus propias reglas y sus propias historias sin salir de una habitación precaria. Como cuando se es un niño y se propone jugar a ser tal o cual personaje. Porque de eso se trata: de ser niño con mayúsculas. La búsqueda premeditaba y consciente de convertirse en un cachorro humano, inocente, desenfadado, curioso y creativo. Donde el ridículo sea en realidad un elogio. Acaso, el manifiesto de la última rebelión que le resta al hombre moderno.
La trama. Gastón Mori, Carlos Possentini y Víctor Acosta encarnan a tres delirantes sastres argentinos, Coqueto, Paquete y Pituco respectivamente, que se encuentran en Londres y que por azar fueron elegidos para confeccionarle un traje a Phileas Foog V, descendiente del millonario que diera la vuelta al mundo en 80 días (libro de Verne que sirvió de inspiración a la obra). Esa anécdota sirve de apertura para explotar el increíble talento de los actores-performers, que liberan sus atributos histriónicos en extremos. El teatro corporal y las destrezas particulares (Mori encarna a un auténtico Biondi moderno, Possentini cuenta con una voz privilegiada y una interesante versatilidad y Acosta maneja los silencios y las miradas de manera única), acceden a una puesta singular, que no deja respiro, de carcajada en carcajada.
Entre los juegos inventados se cuelan muecas a la familia y sus problemáticas, el fachismo en la sociedad y las viñetas estereotipadas de diferentes países (“Argentina, este sí que es un país seguro. ¿Seguro?”). En el tramo final, todos sueñan en viajar alrededor del mundo. Paquete desea armar un carrito con rulemanes, donde quepan todos sus amigos y afectos y ante cada país que traspasen, se les enrede las fronteras en las rueditas. Y desaparezcan. El mundo es un sueño.
Juan Ramón Seia
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