Escribe: Pepo Garay
Especial para EL DIARIO
Los días vuelan, siempre apurados. Entramos en la última etapa del verano y casi sin darnos cuenta, las vacaciones estivales se nos escurren de las manos. El almanaque no miente y el calendario cultural tampoco: todos los mayores festivales populares ya se metieron a invernar, pensando en el año que viene. Todos menos uno.
Como en cada comienzo de marzo desde 1936, La Fiesta Nacional de la Vendimia será la encargada de ponerle el moño a la temporada. Desde los Andes vienen bajando aires de alegría y tradición nacional. Se va la última señores, con promesa de mucho espectáculo y, sobre todo, de mucho vino.
Celebración emblemática
Para los hermanos cuyanos, el evento es religión. Durante los cortejos, la gente sale a las calles para rendirle culto a la vid, principal sostén de la economía mendocina. La devoción y el regadero de miles de litros de vino hacen que la alegría se expanda con rapidez. Música, bailes y espectáculos de todo tipo incrementan el potencial de una de las celebraciones más emblemáticas del continente.
La edición 2010 arranca el viernes 5 de marzo, con la Vía Blanca de las Reinas. Este tradicional desfile reúne a las delegaciones de los 18 departamentos mendocinos, representados por sus carros alegóricos y sus respectivas reinas. El centro de la preciosa capital provincial se ilumina de colores y sonrisas, reflejando el sentimiento de un pueblo decidido a olvidarse de los problemas por un par de días.
A la mañana siguiente se realiza El Carrusel, de rasgos más telúricos. Durante la Procesión, los mismos carruajes de la noche anterior son acompañados por las agrupaciones gauchas de cada región de la provincia. De Tupungato a Guaymallén. De Maipú a San Rafael. Una forma atractiva y eficaz de refrendar el sentido de pertenencia a Mendoza y sus costumbres.
Esa misma noche, el llamado Acto Central acapara todas las miradas. El escenario griego, engalanado por majestuosos cerros, es el punto de encuentro. Con 20 mil personas en el estadio, y más de 40 mil apostadas en laderas y espacios circundantes, el ambiente está garantizado. Un espectáculo artístico de primer nivel, sustentado en música, actuaciones, luces y un gran despliegue de fuegos artificiales. Este año la obra a representar será “Cantos de vino y libertad”, que rendirá homenaje a la cosecha de la vid y al Bicentenario de la Patria. La velada culmina con la elección de la Reina de la Vendimia.
Por último, durante las noches del domingo y lunes (conocidas como segunda y tercera noche, respectivamente), la música folclórica da cita para evocar los orígenes patrios, con recitales en vivo. Todo, por supuesto, enaltecido por los elixires tintos y blancos que le otorgan a Mendoza prestigio mundial.
Por el centro y alrededores
Lo cierto es que la ocasión es una excusa perfecta, además, para disfrutar de las bellezas de Mendoza. Más allá de los atractivos del centro capitalino, con su peatonal, sus parques y sus impecables plazas, el viajero también puede recorrer los mágicos paisajes circundantes. Ríos y montañas custodian los márgenes de la metrópoli, creando un marco natural único. Actividades de alta montaña y aventura encuentran en el andinismo y el rafting por el río Mendoza sus virtudes más celebradas.
Pero si hay una excursión que el visitante no puede dejar de realizar, es la que lo lleva por la llamada “Ruta del Vino”. De bodega en bodega, el turista disfruta degustando el producto de las mejores cepas, mientras aprende los secretos de la elaboración vitivinícola. Nada como un paseo por las fincas, bendecidas por el sol y la infaltable estampa montañosa. Y qué ocasión más propicia que ésta, cuando la provincia toda está de fiesta. Alce la copa. Mendoza invita.
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