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Familiares y amigos de los fallecidos en accidentes se acompañaron ayer, durante la pintada de estrellas amarillas |
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Otra vez se reencontraron con el dolor. Otra vez, fueron al lugar del accidente donde murieron sus amigos y sus hijos. Pero creen que vale la pena. Están convencidos que cada estella amarilla que pinten en la ruta, será una señal para que los conductores tomen conciencia de que un vehículo puede convertirse en un arma mortal.
Ayer, familiares y amigos de Nicolás Piraíno, Cristian Blanda, Matías Migoya, Cristian González y Hugo Daniel Osorio, acompañados por la Fundación Laura Cristina Battistel, pintaron cinco estrellas amarillas en la ruta 9, a la altura del kilómetro 555, donde en marzo de 2005 estos cinco jóvenes perdieron la vida como consecuencia de un accidente.
Luego, estuvieron en la misma ruta, unos metros más hacia el sur, donde hace 23 años falleció por la misma causa Lorena López, quien entonces tenía 8 años. Su mamá se sumó a la fundación traída a Villa María por Lucía Gigena de Deheza (madre de Damián) porque a 23 años de la partida de su hija, no puede borrar el dolor.
El tercer acto -había sido programado para el sábado pero la lluvia lo hizo posponer- fue en Porfirio Seppey y Charcas, donde murió José Gómez atropellado por un auto.
Lucía agradeció a los padres que estuvieron ayer en la actividad. “No es fácil reencontrarse con el dolor, pero estamos sembrando. Ojalá que la cosecha sea buena”, dijo Lucía Deheza, rogando que los automovilistas y motociclistas conduzcan con precaución.
Los actos se realizan en silencio. Al terminar, piden, ni más ni menos, que justicia y concientización.
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