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Rubén Liendo, delegado - José Petrussa - Luis Alberto Biondini - Omar Mattana |
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“El Gobierno debe intervenir para sacar esto adelante. Hace tiempo que venimos con una situación delicada, con salarios atrasados y falta de inversión, una semana había insumos y una no. Los capitales venezolanos no invirtieron lo prometido y nosotros no nos queremos quedar sin nada”, dice Rubén Liendo, delegado de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica).
Junto a sus compañeros mantienen desde el lunes la toma de la planta, donde la producción está parada por falta de materia prima y porque desde diciembre no cobran sus salarios, además de deudas pendientes, vacaciones y cheques que llegaron de vuelta.
La firma perdió además la credibilidad alcanzada. Ni siquiera la oferta del martes para cubrir parte de lo adeudado acercó a levantar la medida.
Una mina de oro
La fábrica tenía en 2007, 150 empleados, a los que los anteriores dueños fueron “retirando” y ahora queda la mitad. Son 75 familias, de obreros que quieren cobrar para seguir trabajando.
De los que se fueron, siempre mano de obra especializada como soldadores, encargados de tornos con control numérico, plegadores, hidráulica, subsisten gracias a la cultura de trabajo. En la misma, los que se quedaron.
“Esto es una mina de oro, porque la basura no se acaba nunca, ése es el gran negocio”, explicó Liendo, y a la vez marcó que “hace falta una inyección de capitales”.
Despejar dudas
Ayer, el secretario Adjunto de la UOM, Rubén Urbano, y el abogado de este gremio, Jorge Sánchez Freytes, estuvieron en la fábrica tomada para despejar dudas de los trabajadores. “Las principales inquietudes estuvieron en los cheques devueltos, la posibilidad de convertirse en cooperativa o los posibles pedidos de quiebra. Además de las medidas de acción judicial que vamos a encarar en los próximos días (aguardarán máximo al lunes), siempre cuidando la preservación de la fuente de trabajo”, indicó Urbano.
El gremialista precisó respecto a la alternativa cooperativa que “el pasivo es el principal obstáculo”, aunque no lo descartó.
Sobre la reunión que mantuvo con el intendente de Onvativo, Osvaldo Vottero, dijo que “fue para manifestar su preocupación” y reconoció que “la Municipalidad nunca nos dio la espalda”.
“La salida del conflicto es que llegue la plata para los salarios”, concluyó.
Cabos para atar
La empresa Bicupiro fue fundada hace 62 años por cuatro familias, cuyas primeras sílabas de sus apellidos le dan el nombre: Bianco, Cuffia, Pinchirole y Romero.
Si bien en los primeros años se dedicó a la fabricación de maquinaria agrícola, luego giró a las herramientas de higiene urbana, como camiones recolectores de basura, bateas, barredores y demás, exportando a ocho países de América del Sur.
Oscar Cuffia fue comprando acciones a las demás familias de la sociedad y se transformó en el socio mayoritario, al frente de la firma. Su hermano, José Luis Cuffia es el segundo de mayores acciones, pero con cerca del 18%.
En marzo de 2009, Cuffia celebró con empresarios venezolanos encabezados por Salomón Yehia (de Desarrollos Integrales 8 de Mayo, con sede en Caracas), una cena de pre acuerdo de la venta del 51% de los capitales de Bicupiro. Por esos días, el 27 de marzo, falleció el hijo de Oscar Cuffia, Daniel. La muerte retrasó el traspaso de dueños y recién en octubre Salomón Yehia fue puesto en la presidencia del Directorio de la firma adquirida, cargo que sólo duró unas semanas, ya que Cuffia logró con el apoyo de muchos de los socios, impugnar esa designación. La compra se habría producido en cuotas de 20 mil pesos mensuales por 5 años, de la que sólo abonó la primera. Ese fue un disparador.
Salomón Yehia se fue a Venezuela hace casi dos meses. Los empleados dicen que él se justifica en que “compró un buzón” y que la deuda con proveedores y el fisco asciende a 14 millones de pesos. Además, hace 4 años que no se hacen los aportes a las obras sociales.
“Nos prometieron un paraíso y nunca nos cumplieron nada”, dijo José Petrussa, soldador con 18 años de antigüedad. “Todos confiamos en que habría mejores condiciones de trabajo, después de dos años de incumplimientos”. Se juega por la cooperativa: “Hay que volver a nacer”.
Luis Alberto Biondini se retiró “a tiempo” de la Bicupiro, (en octubre pasado) tras 31 años en la firma. Abrió su propio taller “a la vuelta”. Sostuvo que a la medida “la tendríamos que haber hecho antes”. Apoya a sus ex compañeros en la toma.
Omar Mattana (52), otro soldador, lleva 33 años en la empresa. “Sólo en 2001 tuvimos una crisis similar, pero era a nivel país, y los dueños eran de acá. Esto es muy distinto”, dijo. “Esta vez ya llevamos dos años mal”, agregó.
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