Se inicia el año lectivo, y como es tradicional, muchos establecimientos no están en las debidas condiciones para albergar a alumnos y docentes.
Si bien las carencias no se agotan en lo que hace al mantenimiento de espacios verdes, lo cierto es que las últimas y copiosas lluvias han puesto de manifiesto la falta de atención a jardines, veredas y patios de los locales escolares.
En una recorrida realizada ayer por EL DIARIO, se advirtió que las directoras de las escuelas esperan la llegada aún de los concesionarios de la limpieza de los terrenos, los cuales en muchos casos aducen que su obligación con la provincia es limpiar los espacios verdes sólo una vez por mes.
Febrero, mes que ha registrado cifras récord de precipitación pluvial, está exigiendo al parecer un corte de maleza adicional, pero nadie parece dispuesto a correr con el gasto correspondiente.
Además, siguen en torno a los edificios escolares grandes ramas abatidas por la fuerte tormenta del 5 de enero pasado.
En la escuela Juana Manso, de barrio Carlos Pellegrini, por ejemplo, la vereda de la escuela está ocupada por voluminosas ramas. Lo mismo ocurre con parte del patio de la escuela Justo José de Urquiza, del barrio Mariano Moreno.
En tanto, en Villa Nueva, la escuela Sobral, de barrio Ctalamochita tiene dificultades para el acceso por la calle, a la vez que un sitio adyacente está con altas malezas.
En barrio Carlos Pellegrini, grandes ramas derribadas a principios del mes pasado siguen en la vereda de la escuela Juana Manso. Su directora, Liliana García, expresó ayer que "estamos reclamando a la Municipalidad desde enero para que vengan a retirarlas, pero no hemos tenido éxito, y tampoco hemos logrado que la empresa privada que corta el pasto pase por acá. Realmente nos cuesta mucho lograr que nuestros reclamos sean atendidos. Yo creo que es por lo alejado que estamos de la vista del público en general, si esto pasara en otro lugar de la ciudad no se tardarían tanto en venir a limpiar".
En la Escuela Justo José de Urquiza, su directora, Alejandra Ardiles, dijo que llamó a la empresa Magic Clean, contratista del mantenimiento, pero desde allí se le informó que ya se había hecho el corte de yuyos mensual. "Esta es una escuela de escasos recursos, sólo recaudamos 250 pesos de las inscripciones, y una limpieza del patio nos saldría al menos mil pesos", señaló la docente consultada, quien destacó que no sólo hay ramas caídas, sino algunos con riesgo de venirse abajo.
En el Ctalamochita, la titular de la escuela del sector, Elisa Gómez, manifestó a nuestro cronista que el establecimiento tiene numerosas carencias (por ejemplo hay salas que les faltan el cielo raso, no hay teléfono, etcétera), y entre ellas remarcó la demora en la limpieza del patio, en este caso responsabilidad de la empresa Cal.
Por su parte, Susana Cardona, una vecina del barrio Ctalamochita de Villa Nueva hizo llegar a nuestra Redacción
una carta donde expresa su malestar por el abandono de la escuela de su barrio, y del entorno de la misma.
“Soy ciudadana del barrio Ctalamochita que todos los años en el primer mes abono los doce meses de tasas y servicios municipales.
En este momento, aunque no debiera, me siento arrepentida de haberlo hecho, al comprobar que no tengo beneficios dignos para vivir en comunidad y con derechos.
Hay maleza en sitios contiguos a mi vivienda, propiedad de personas que quizás invirtieron y no sabe siquiera la ubicación de los terrenos. Esos predios se prestan para pastar animales y ni hablar de alimañas de todo tipo, alacranes, moscas, arañas, etcétera, y muy particularmente mosquitos. ¿Y la campaña del dengue?
La avenida Los Arrayanes, está destruida de ambos lados por la falta de mantenimiento. Para peor, un vecino ‘colabora’ con la Naturaleza y construyó una zanja que deriva el agua hacia mi casa.
Debo pasar por allí todos los días para ir a trabajar, pero ni siquiera caminando se puede pasar.
En medio de este desastre tenemos la escuela Antonio Sobral, rodeada por mal olor y mosquitos debido al agua estancada.
A casi sesenta días de la tormenta del 5 de enero, no se levantó ni una rama, y menos maleza.
Digo, ¿es tan difícil hacer cumplir las ordenanzas a los propietarios de los sitios, y en caso de que no lo hagan, multarlos? Ellos viven muy tranquilos en la ciudad vecina y nosotros padecemos lo que no corresponde.
Por haber acudido en reiteradas oportunidades al municipio y no obtener ninguna solución -pese a que empleados no le faltan- expreso mi queja en esta nota.”