Escribe:
Lic. Matilde N. Soleri
“Educar en la igualdad
y el respeto es educar
contra la violencia”
Benjamín Franklin
Hace treinta o más años, la integración de un niño o joven con Necesidades Educativas Especiales (NEE) a la escuela de educación común era casi impensable “ideas que algunas madres –como la mía- visionarias de lo que sí debía ser posible, tenían y por ello buscaron e intentaron un lugar en la escuela de educación común hasta que se pudo; es decir, hasta que el sistema dijo NO”.
Hoy, cuando se ha caminado tanto -porque fueron muchos los intentos que se realizaron tratando de que la integración fuera una realidad-, hoy lo es, que nadie lo dude, lo es porque “es un derecho ganado en buena ley”. No debió ser así, pero lo fue gracias a la búsqueda incansable de padres y profesionales que los acompañaron, aquellos que defendían la escuela para todos, ese espacio de trabajo donde docente y alumnos podían encontrarse y cada uno era escuchado y respetado desde sus propias posibilidades; el lugar en el que si las capacidades de los educandos requerían adecuar las actividades en algún momento, esto era posible porque allí estaba el docente para generar la actividad certera, escoger la estrategia adecuada, organizar el contenido según la necesidad particular de su/s alumno/s.
Es difícil transmitir en pocas palabras lo que un alumno que transita por la escuela deja en su recorrido. Yo voy a intentar contarles algunas que me dejaron muchos de los alumnos junto a los que caminé un proceso de integración, palabras como “gracias”, “qué suerte que viniste”, “¿podemos estudiar mañana?”, “¿no le preguntás a la profe cómo estudio?”, “¡mañana cumplo los años, no te olvides!”, “¡me saqué un diez! (¡qué sonrisa!)” y tantas más que las dejo libradas a su imaginación.
Podría hablar también de profesores que una y otra vez buscaron actividades, ejercicios, cambiaron contenidos, trajeron material preparado para cada alumno que lo necesitaba en su clase… trabajo que pocos conocen y por lo tanto pocos valoran.
Sí, son muchos los docentes que apoyan las adaptaciones curriculares y gracias a ellos éstas son posibles, no lo olvidemos.
Este artículo es quizás algo diferente en su contenido a lo que he escrito anteriormente, pero no lo es en su esencia, en su intención.
La escuela de educación común abre en estos días nuevamente las puertas y no debemos olvidar que hay una ley que habla de la integración escolar. Atentos a ella, para que todos puedan entrar.
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