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Facsímil del mapa de monumentos y escultoras incluido en la tesis de Yorda, Fonseca y Pizzi |
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Cintia Yorda es de Colazo; Elida Fonseca, de Villa María; Rosana Pizzi, de Villa Nueva. El pasado jueves, presentaron su trabajo final de grado de la Escuela de Bellas Artes de Villa María. Aprobaron con 10, felicitado. Con honores. El viernes festejaron. “Antes no podíamos, porque todas trabajábamos en otra cosa”, dijeron. Ayer, estuvieron en la Redacción de EL DIARIO, felices, orgullosas por lo hecho. No es para menos. Se trata del primer relevamiento serio y sistemático de las obras escultóricas que pueblan Villa María y Villa Nueva; parte del Patromonio Histórico y Cultural, de nuestra identidad. Un trabajo necesario, a no dudarlo.
“Está bueno. Ojalá sea la piedra basal para que otros continúen esta tarea, porque hace falta. Estas obras forman parte del paisaje cotidiano de todos nosotros y están tan cerca que a veces no las vemos”, dicen.
“Para mucha gente, son algo decorativo, un adorno; no tienen conciencia de que se trata de obras de arte, de nuestra cultura, de nuestro Patrimonio”, destacan.
Un dato curioso. Las tres, son pintoras. La pregunta surge sola: ¿Por qué eligieron las esculturas como tema de tesis?
La respuesta: “Porque casi todos hacen sus trabajos sobre el arte y la educación. Nosotras queríamos hacer algo distinto. Nos interesa el arte público y la escultura, en este caso, porque ocupa un espacio, llama más la atención, interactúa más que la pintura con la gente, porque tiene volumen, se la puede tocar y recorrer, y porque hay más que pintura mural.”
Terminaron de cursar en 2006. Desde entonces, con las interrupciones impuestas por los trabajos de cada una (de algo hay que vivir ¿no?), se dedicaron cuatro años a investigar sobre el tema, a recorrer la ciudad, a charlas con los vecinos y los funcionarios, a sacar fotos...
¿Qué fue lo primero que encontraron cuando comenzaron el trabajo? ¿Hallaron más o menos obras de las que esperaban?
La respuesta llega en dos partes:
1 - “Lo primero que encontramos es que no existía ningún registro de las obras, ni de los emplazamientos, ni de las autorizaciones. O no nos lo quisieron dar. No hay ningún archivo, no hay documentos, no existe casi ninguna información. En algunos casos, ni siquiera se sabe quién fue el autor ni en qué año fue emplazada la obra. De las más recientes, hay un poco más de datos, o al menos hay a quién preguntarle, pero no existe un trabajo sistemático.”
2 - “En cuanto a la cantidad de obras, la verdad, nos llevamos una sorpresa. Entre Villa María y Villa Nueva relevamos 96 obras en total. Algunas clásicas, otras más modernas; algunas originales y otras de fábrica, como el monumento a San Martín. En el caso de Villa María, varias, y muy conocidas, son de autores locales, como es el caso del gaucho o los santos de la Catedral, entre otras, que son de Néstor Alvarez. Otras, pertenecen a autores que no son villamarienses. En el caso de Villa Nueva, todas pertenecen a escultores de esa ciudad, la gran mayoría, a Fernando Fabre. Las más nuevas, son de Fabián Lencina, por ejemplo.”
Las tesistas creen que tanto en Villa María como en Villa Nueva nunca existió un criterio demasiado claro desde el punto de vista urbanístico a la hora de emplazar los monumentos.
También creen que en la mayoría de los casos, (8 ó 9 de 10) el vecino común no está interesado en absoluto en las obras que pueblan la ciudad.
“Hay una falta de cultura y conocimiento en ese aspecto, y eso es lo que hace que no se valoren”, explica y agregan que existen excepciones. Entre ellas, señalan el mural escultórico realizado en la pared de la canchita de baby fútbol del Roque Sáenz Peña: “en ese caso la gente se lo ha apropiado, lo cuida, lo protege y lo siente parte de su identidad.”
También mencionan una hormigonera y otra escultura natural que hay en barrio Parque Norte.
“La gente siente que ambas son suyas. Aunque no hayan sido hechas por un autor, tienen la categoría de arte, la gente se las da. La hormigonera me remite, si se quiere, al mingitorio de Duchamp”, señalan.
Resumiendo, que se pasa el arroz: “Nos interesa revalorizar el arte escultórico con la expectativa de evidenciar aquello que nos pertenece y nos identifica en este contexto social en el que estamos inmersos”, dicen las artistas tesistas.
Lo dicho: un trabajo necesario, hecho desde el respeto por el arte que nos rodea, el nuestro, el de todos los días, el que nos hace diferentes, ni peores ni mejores, nos hace lo que somos.
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