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El verano político, libre de humo, terminó. Eso sí, duró poco, casi nada. En realidad, apenas un soplo nacido de las vacaciones de la dirigencia que tiene responsabilidades gubernamentales.

Llegó marzo y los focos de incendio aparecieron en el escenario, con sus grandes llamaradas, con las gigantescas columnas de humo.
Mientras la presidenta Cristina daba su mensaje en el Congreso de la Nación, el “Pepe” Mujica asumía la Presidencia en Uruguay acariciando el corazón de su pueblo, en Villa María Eduardo Accastello hablaba de la “ciudad transformada”, los concejales de la Democracia Cristiana se dividían sin haber multiplicado antes.

Fue el primer día de marzo y en horas de la mañana, los ciudadanos vimos la mesa servida con sopa. Otra vez sopa. Parece ser el menú preferido de los políticos para servirle a la gente.

Un cuerpo legislativo más que tiene hijitos y se van esparciendo en el recinto, abandonados a su suerte o a la asignación universal.
No es la primera vez y seguramente no será la última. Podría decirse que las relaciones mientras más breves, más se adaptan a los nuevos tiempos.

Empezaron, hace dos años, tres bloques. Hoy, son cinco. Si de la misma manera se multiplicaran las soluciones, los ciudadanos estarían disfrutando más y padeciendo menos a nuestros bienaventurados políticos.

Primero fue Carlos Andrada, hoy Rosa Cámpora. Andrada se fue solo, a Cámpora la apartaron. Dos situaciones distintas y una realidad. La oposición se va desmembrando y el oficialismo se frota las manos por la “puta costumbre” (dijera Cacho de Buenos Aires) de mirarse el ombligo y no la conveniencia de la institucionalidad.

Ardió Troya

La cuestión que ardió Troya y después de los últimos capítulos de “Valientes”, empezó una nueva novela de lucha entre familias, filmada en Groenlandia entre esquimales, basurales, matorrales, pastizales y todos los “ales” que se nos pueda ocurrir a los espectadores.

Si no la sintonizó, todavía, le contamos la trama. Cámpora ataca a Costa, Costa ataca a Accastello, Vivó defiende a Accastello y ataca a Costa. Son todos peronistas, fueron amigos pero hoy están enfrentados hasta el punto de condenarnos al fracaso eterno y no al éxito como aseguraba Eduardo Duhalde.

La historia
sin fin

¿Hasta cuándo nuestros representantes encontrarán en la pelea y la división el modo de gobernar?
¿Hasta cuándo faltarán el respeto a la decisión de los votantes?
¿Hasta cuándo presenciaremos la triste historia de un cuerpo legislativo desarticulado?
Necesitamos instituciones fuertes, necesitamos dirigentes con prestigio, necesitamos confiar en los que se postulan para dar soluciones a los problemas de la sociedad.
Pero, cómo esperar respuestas a las grandes cuestiones sociales, si son incapaces de solucionar con madurez sus propios problemas de convivencia.

Creer en la democracia, cuidar la democracia requiere de seriedad y responsabilidades.
Tenemos una negra historia los argentinos. Sabemos las graves consecuencias de perder el sistema republicano.
¿No ha sido suficiente lo que hemos vivido, las muertes que hemos llorado?
No pretendo con esta nota, asumir una actitud crítica. Es simplemente, un llamado a mirarnos en el espejo y a reflexionar.
Los políticos deben ser conductores de su pueblo. ¿Pelear, dividir, confrontar es un buen liderazgo? Cada uno lo sabrá.