La definición del juicio que se le sigue al médico villamariense Oscar Alberto Dávila (42) por el homicidio de su esposa, la fisioterapeuta Maricel del Carmen Pons (37), se tornó ayer mucho más dramática, luego que el camarista César Barberis decidiera postergar hasta el lunes el dictado de la sentencia.
Cuando todos preveían que el tribunal y los miembros del jurado popular pasarían a deliberar para arribar a un veredicto tras escuchar los alegatos de las partes, el magistrado sorprendió a propios y extraños al informar que se abría un cuarto intermedio hasta las 11 de la mañana del lunes para la instancia decisiva del proceso.
En rigor de verdad, todos los presentes en la sala de audiencias de la Cámara del Crimen de Río Tercero, en especial los familiares de la víctima y el presunto victimario, que aguardaban el veredicto con tensa expectativa.
Hasta entonces, el clima emocional que se vivía en el recinto fue incrementándose a medida que el fiscal, la querellante particular y los defensores formulaban sus respectivos alegatos.
Es que tanto el acusador público, Moisés Yona, como la abogada que patrocina a la familia de Maricel, Rosa Elena Nou, habían solicitado la pena máxima para el traumatólogo por considerar que había pruebas suficientes como para sostener la imputación que se le atribuye (“homicidio calificado por el vínculo”), cuya única sanción es la prisión perpetua.
De igual modo, los letrados Marcelo Martín Silvano y Alberto Vieytez Monrroy hilvanaron dos sólidos alegatos defensivos que dejaron al descubierto muchas falencias en la instrucción de la causa y plantearon una serie de dudas respecto de la participación de Dávila en el hecho que se procura dilucidar.
La octava y supuestamente última jornada de debate había comenzado poco antes del mediodía con la recepción del último testimonio que estaba previsto. Lo llamativo del caso fue que la declaración de la bioquímica Nidia Modesti (directora del Laboratorio de Biología Molecular del Ceprocor) se extendió durante casi dos horas y, por añadidura, demoró el inicio de los alegatos.
En resumidas cuentas, Modesti dijo que en la soga que Pons tenía atada al cuello se encontró un patrón genético coincidente con el de Dávila, aunque aclaró que eso no quiere decir que necesariamente sea de él, ya que bien pudo ser de su hijo u otros familiares. Asimismo, se determinó que la soga correspondía a un elemento del gimnasio al que diariamente asistía el médico, ya que usaba dichos aparatos.
En total, la audiencia demandó más de seis horas y media de debate y concluyó minutos antes de las 18.30, luego del inesperado anuncio del juez Barberis.

@Por la perpetua

Por espacio de 55 minutos exactos, Yona mantuvo la acusación que se le atribuye a Dávila desde Instrucción y planteó que con la prueba colectada se había arribado al grado de certeza que se exige en esta etapa del proceso como para condenar al médico villamariense por el asesinato de su esposa.
El fiscal de Cámara en primera instancia, más tarde la abogada de la querella y por último ambos defensores coincidieron en señalar que aquella mañana del 26 de marzo de 2008, Maricel y quien le dio muerte protagonizaron una dura lucha que terminó cuando la fisioterapeuta hernandense, doblegada en su resistencia, sucumbió ante la asfixia provocada por estrangulamiento.
La lógica diferencia entre unos y otros radica en que la parte acusadora ubicó a Dávila en la escena del crimen, mientras que la defensa puso en jaque varias de las pruebas que lo incriminan.
A su turno, la abogada de la familia Pons expuso por espacio de casi una hora y cuarto, lapso durante el cual no sólo adhirió a la mayoría de los dichos del fiscal, sino que expuso sus propias conclusiones de cómo sucedieron los hechos que terminaron con la vida de Maricel, obviamente sindicando a Dávila como el autor material del crimen.
Al finalizar sus respectivas intervenciones, tanto Yona como Nou consideraron que había elementos de prueba como para condenar al médico y pidieron a los jurados y al tribunal que se le imponga la pena prevista por la legislación argentina, esto es la prisión perpetua, que en términos cuantitativos significa nada menos que 35 años de cárcel.
Luego fue el turno de los defensores, quienes expusieron por separado: primero alegó Martín Silvano y luego Vieytez Monrroy (ver la nota titulada “Muchas dudas”).

@La hora señalada

La audiencia del próximo lunes comenzará a las 11 de la mañana. En primera instancia el juez Barberis le concederá al acusado lo que se conoce como “última palabra” e inmediatamente después el tribunal y los ocho jurados populares titulares pasarán a deliberar para dictar sentencia.
El lunes se cumplirá un mes de iniciado este juicio que capitalizó el interés de la opinión pública, sobre todo entre los habitantes de Hernando y de Villa María.
Y curiosamente el veredicto se conocerá apenas cuatro días antes de que se cumpla el segundo aniversario de la muerte de Maricel Pons.

@Muchas dudas

Los abogados defensores de Oscar Dávila hicieron hincapié en las deficiencias procesales que obran en el expediente y cuestionaron con severidad algunos informes periciales, sobre todo los referidos a los diferentes hisopados que se obtuvieron del cuerpo de la víctima.
Tanto el villamariense Marcelo Martín Silvano como su colega de Río Tercero, Alberto Vieytez Monrroy, plantearon las muchas dudas que surgieron a lo largo del debate sobre la supuesta participación del médico en el crimen, y precisaron que los investigadores orientaron la pesquisa en un solo sentido y con un solo sospechoso.
Martín Silvano planteó puntualmente que en el puño cerrado de Maricel Pons se encontraron algunos cabellos, cuyas características no son compatibles con los del acusado ni con los de la propia víctima, por lo que concluyó que se los arrancó al asesino en medio de la violenta pelea que se produjo cuando aquel la estaba estrangulando. E incluso remarcó que al ser revisado, horas después del hecho, a su cliente no le detectaron “ni un solo rasguño o golpe en todo su cuerpo”.
El letrado concluyó su alegato con una frase expresante dirigida a los jurados populares, a quienes exhortó: “Si dudan, corresponde que lo declaren inocente; no carguen en su conciencia lo que piensan los otros, y ojalá cuando esto termine todos podamos dormir en paz”.



Foto 2: Un momento de distensión durante la extenuante audiencia de la víspera (foto gentileza diarioTribuna de Río Tercero)

Foto 3: El presidente del tribunal, César Barberis, dispuso un imprevisto cuarto intermedio hasta el lunes a las 11 para la definición del juicio (foto gentileza diario Tribuna de Río Tercero)