Un secreto inconfesable guardado por años. Una monja de clausura aferrándose a recuerdos y espantando a fantasmagóricas presencias en sus últimas elucubraciones, antes de partir de este mundo. Un amor doblemente prohibido hacia otra mujer del Señor, Sor Candelaria, y una identidad sexual y racial que no termina de develarse hasta el final.
Tales condimentos conforman la obra "Sor Tránsito y los arcángeles y la custodia infinita en el convento de Verapaz", interpretada el jueves por la noche por el grupo italiano Assemblea Teatro en La Panadería, ante una alta concurrencia.
La pieza, encarnada a modo de monólogo por Giovanni Boni, dirigida por Lino Spadaro y Renzo Sicco y escrita por Laura Pariani, cumplió con todos los elementos de rigor dramático/fantástico. El incremento paulatino de la tensión, una excelente iluminación, la intervención de voces (en off) del pasado que regresan a su mente y un juego de trasluces con imágenes alegóricas en pantalla y actores de carne y hueso exhibiéndose detrás. La única contra resultó la pronunciación -adrede- del parlamento mezclando el castellano y el italiano. El espectador poco preparado sólo comprendió el nudo de la historia en el cierre, cuando la “monja” puso play a un casete donde confiesa ser un hombre mestizo y castrado, que ingresó al convento en busca de su amor imposible.
Juan Ramón Seia
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