Si queremos examinar el significado histórico del golpe de Estado que instaló la más tenebrosa dictadura militar en 1976, ubicándola en su perspectiva actual, debemos dar vida dinámica a la expresión de que “Memoria es compromiso,”
Compromiso de repudiar desde lo más profundo de nuestros sentimientos humanos, el genocidio perpetrado por las Fuerzas Armadas en complicidad con sectores sociales de la derecha argentina, que produjeron 30.000 desaparecidos, decenas de miles de encarcelados, torturados y humillados; la persecución despiadada de centenares de miles de militantes especialmente jóvenes que soñaban y luchaban por un mundo mejor, más humano, igualitario, justo y libre, aún con todos los errores tácticos y estratégicos que se le puedan apuntar y que sin duda existieron; la reducción moral y cultural con persecuciones a artistas, escritores, pensadores, filósofos, periodistas, gremialistas, estudiantes, docentes, etcétera, que cuestionaban la barbarie cívico militar; la transformación del país en un inmenso campo de concentración donde la simple sospecha podía terminar con el empleo, la libertad o la vida de cualquiera,.
Compromiso de seguir movilizados y exigir Memoria, Verdad y Justicia para quienes masacraron a nuestra sociedad con métodos de exterminio entrenados y financiados por el imperialismo dominante y ejecutados por militares y civiles animalizados en la doctrina de la “seguridad nacional” y en las técnicas del colonialismo francés. Compromiso para comprender que el 24 de marzo argentino fue un eslabón, quizá el peor, de una cadena de dictaduras que asolaron América Latina para enfrentar a sus pueblos movilizados por la Justicia Social y por la Liberación del yugo imperialista, con sus servidores al interior de cada país, con la finalidad de exterminar a sus luchadores sociales e imponer un plan económico a la medida de los intereses del Imperio y sus grandes grupos económicos. Plan impuesto a sangre y fuego y que fue el origen de las calamidades sufridas por nuestros pueblos, que seguimos sufriendo pese a los alentadores cambios que se vienen operando en la mayoría de países de Indoamérica.
Compromiso para sostener el “nunca más”, adosado con fuerza a la necesidad reflexiva de la autocrítica para no repetir errores e impedir la generación de pretextos para que el imperialismo y sus agentes locales desestabilicen el sistema democrático y retrotraigan el escenario de la barbarie impune.
Compromiso para comprender en profundidad los rasgos del nuevo momento histórico que vive el Continente Americano, con gobiernos que por primera vez en la historia han encumbrado a las presidencias nacionales a un obrero como Lula, a un sindicalista campesino y aborigen como Evo Morales, a un intelectual progresista como Rafael Correa, a un militar nacionalista y revolucionario como Hugo Chávez, a dirigentes de partidos tradicionales que, como en Argentina, abrieron una etapa de profundos cambios nacionales y populares, etapa conducida por el ex presidente Néstor Kirchner y que hoy continúa con tanta dignidad y valentía Cristina Fernández, forman parte de un proceso único de transformaciones sustanciales que, enfrentando las políticas nefastas del neoliberalismo, han resuelto tomar en sus manos las banderas reivindicativas de aquellas generaciones que, antes y después de 1976, postulaban la emancipación del yugo opresor de un sistema corrupto, irracional y salvaje, que se cobra todos los días miles de víctimas con sus guerras, con su insultante modo de distribución desigual e injusta de la riqueza, con la depredación que hace de todos los recursos de la tierra y su contaminación, junto al mar y al aire, etcétera.
Compromiso al fin, para esforzarnos para que las juventudes de hoy se sientan fieles herederas de quienes con dignidad generacional sostuvieron el estandarte de la Revolución Social, que es un “sueño eterno” al decir de nuestro Juan José Castelli, el brillante orador de Mayo, que aprendan a honrar la memoria de quienes cayeron en esa lucha, de exigir castigo a los culpables del genocidio, de participar y comprometerse en los fantásticos cambios que, cada cual a su manera, vienen ejecutando los pueblos americanos, porque la humanidad marchará hacia el progreso social, cualquiera sea el nombre que éste reciba (democracia social renovada, socialismo, etcétera) o el sistema capitalista nos terminará hundiendo en la peor barbarie de la que ya recorrimos los primeros escalones.
La mejor manera, entonces, de recordar esta nefasta fecha del 24 de marzo es ejerciendo la “Memoria con compromiso”. Memoria como aliciente para repudiar la dictadura pero también para levantar bien alto los sueños y esperanzas de aquellos que nos precedieron en la interminable batalla por el progreso, la igualdad, la libertad, la justicia y la dignidad humana.
Villa María, Marzo de 2010
Reyes Martínez,
dirigente del
Partido Solidario y
del Encuentro en Defensa del Proyecto Nacional
de esta ciudad
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