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El llamado a la unidad del peronismo por “mandato de Néstor Kirchner” fue uno de los pasos dados por Eduardo Accastello en los últimos días. No fue bien recibido por numerosos dirigentes cordobeses del espacio K.
Pocas horas después, el intendente local atacó a Juan Schiaretti, uno de los ejes de la unidad del PJ. Puso el segundero y en corto plazo plasmó su sello en el “Gallego” de la Sota. El otro centro de unión. Los schiarettistas fruncieron el ceño. En menos de una semana enojó a muchos de su partido.
Todo en el marco de un llamado a la unidad.
Buena paradoja.
Se podría decir (con mínima posibilidad de error) que antes del comienzo de la caída de las hojas por el cambio de estación, Accastello sacó del ropero las zapatillas de gobernador que había colgado
tiempo atrás.
Se podría decir que ya está en carrera rumbo a la Casa de las Tejas, un proyecto que fue guardado en el freezer tiempo atrás, cuando decidió no presentarse a la interna frente a Juan Schiaretti y volver a sentarse en el Sillón de Viñas para no arriesgar el territorio.
En pocas horas, desenchufó los freezers y dejó que se hicieran agua los helados.

A pelear...

La consigna, parece ser “a pelear, a pelear”.
Llamó la atención el estilo de confrontación permanente adoptado por el titular del Ejecutivo local en los coletazos finales del verano 2010.
Del estilo conciliador que imprimió a su gestión, pasó al traje camuflado y a las tácticas de la guerra.
Copia fiel de un estilo que tiene la marca K.
Atacó a medios de comunicación, fumigó a los opositores y tiró bombas sobre la trinchera del gobernador.
A pelear... como si se aproximara la última batalla.
Pero nada de lo que hace Accastello carece de sentido. Es un político con alto grado de astucia, con una capacidad demostrada para “adaptarse” a los tiempos que corren. Lo hizo en la década del ‘90 cuando llegó a la Intendencia de la mano de sus aliados de la Ucede. Lo hizo ahora, en la campaña a senador de la mano de aliados de la izquierda.
Y, seguramente lo hará mañana... El futuro está por venir.

Ta... te... ti...

“Eduardo es peronista y defiende el proyecto nacional y popular del peronismo”, expresó uno de sus seguidores más leales.
¿Schiaretti no es peronista, no es acaso el jefe de su partido?, preguntamos.
El hombre sonrió, levantó las cejas y de su boca no salió ni la más mínima palabra.
El futuro está por venir y en algunos de sus rincones se esconde el ex presidente Eduardo Duhalde.
El peronismo cordobés tuvo reuniones con el bonaerense. Altos contactos, murmuran. Más allá que los referentes lo nieguen y la mayoría no les crea.
Pocos integrantes del movimiento de Perón y Evita se atreven a pensar en una derrota en las próximas elecciones. Pero, saben que la cuerda se termina algún día. “Si seguimos así vamos a perder la provincia y la ciudad”, aseguró un “descamisado” en la mesa de un bar mientras sus compañeros hacían los “cuernitos” y tocaban madera.
“Nunca antes estuvimos tan bien”, dijo uno de los comensales. ¿Quiénes nunca estuvieron tan bien?, preguntó el pájaro de mal agüero que en menos que canta un gallo comenzó a marcar las asignaturas pendientes.
¿Por dónde pasa el futuro de la provincia?
Ta... te... ti...
Comentan que el Gallego tuvo un diálogo profundo con un ex gobernador radical. Ellos lo desmienten, pero han sido aliados en viejas épocas y tienen los dos partidos un adversario común: Luis Juez.
Qué tendrá el petiso...
Era cantado que el cordobés iba a adquirir rápidamente notoriedad a nivel nacional.
Qué tendrá el petiso...
Capacidad para diferenciarse de los políticos tradicionales y la cuota de humor cordobés que lo caracteriza, entre otras cosas.
Llegó al Senado y en pocos días fue blanco de una denuncia que lo llevó a pasear su oratoria por todos los medios del país.
Una situación (que si se comprueba fue fabricada como dan cuenta las últimas informaciones) lo llevará a crecer más en este difícil y complicado territorio de la política argentina.
Una pequeña o gran pesadilla para los dos partidos que han manejado el poder en Córdoba.
Imposible predecir los sucesos futuros de un país que no da muchas garantías. Sí, se puede decir que salvando las distancias, Accastello y Juez son parte de una generación peronista que va a empujar fuerte para romper con las reglas. ¿Para bien, para mal? Quién lo sabe. El suspenso es parte de la sinfonía otoñal.