Escribe: Juan Manuel Gorno
(enviado especial)

Jugando con un hombre de más durante casi 70 minutos, el equipo villamariense fue la contracara de aquel que venía de golear con claridad a Cipolletti, por eso el 0-1 final del partido ante los “celestes” resultó más doloroso y volvió a remarcar esta ciclotimia que nunca pudo alejarse de la formación fortinera.
En honor a la verdad, no se sabe cuál es la verdadera realidad de Alumni. Ayer fue superado bastante en las pelotas divididas, algo imperdonable en esta clase de partidos y, si a semejante imagen se suman las falencias que tuvo para hacerse fuerte en los arcos, el panorama es más complicado.
Estudiantes, sin hacer mucho, pero con sacrificio constante y picardía en las zonas de definición, se alzó entonces con una victoria resonante que festejó toda su gente, dentro de un estadio que tuvo gran marco.
El mérito del equipo riocuartense se reduce a ciertos nombres fundamentales: en el primer tiempo, el delantero Nicolás Gatto se puso el traje de figura y, en el complemento, “le cedió la vestimenta” al arquero José Mancinelli, quien tapó un par de pelotas importantes para defender la ventaja.
El partido, vale aclararlo, fue atípico, muy accidentado, cortado.
Alumni empezó mejor, con la velocidad de Carlos Herrera, quien provocó una tapada del arquero y luego habilitó a Luciano Vázquez, aunque justo se cruzó una pierna antes de la definición del nueve.
Sin embargo, Estudiantes fue práctico porque Gatto aprovechó luego un grueso error entre el arquero Carlos Ronco y el defensor Alexis Díaz, se elevó tranquilo, tras un pelotazo largo, y le puso la cabeza al regalito para anotar el único gol del partido, a los 15 minutos de juego.
Alumni quiso reaccionar y, sobre los 20’ llegó una jugada increíble: Cristian Acosta aplicó una patada certera y para lesión sobre Román Strada (quien precisamente salió remplazado) y entonces el árbitro Sebastián Mastrángelo le mostró la tarjeta roja.
En desventaja en el marcador, pero con un hombre de más, Alumni tenía mucho por hacer y así lo quiso por esos instantes del partido, cuando el ingreso de Rodrigo Marecos pareció darle un aire fresco al ataque y Matías Bolatti llevó peligro con un par de tiros libres.
De todas maneras, rápidamente el equipo se desinfló. La ausencia de Sebastián Godoy y Leonardo López se sintió en la mitad de la cancha (Damiani no fue solución y Bolatti alternó buenas y malas), y encima la última línea fortinera siguió con los cuatro del fondo, inmutable, sólo para tratar de controlar a un solitario Gatto que, pese a todo, se las rebuscó muy bien.
Sucedió que el técnico del local, Hugo Mattea, había resignado a un delantero (Búffali) por el ingreso de un defensor (Gómez), entonces quedó la sensación que al visitante le sobraba gente en el fondo y le faltaba presencia en la zona media, como para liberar a Juan Aimar.
No obstante, Ranalli recién sacó a un defensor a los 20’ del complemento.
Antes, es cierto, Alumni estuvo cerca de empatar, a los 9’, pero Mancinelli tapó un mano a mano ante Vázquez.
Estudiantes también tuvo su chance clara por intermedio de Gatto, quien remató fuerte y provocó una salvada de Ronco.
Con el correr de los minutos, Estudiantes retrocedió para cubrir espacios en el fondo y debió sufrir en algunas situaciones.
Es cierto, el local agradeció una manito del asistente, que le cobró un offside inexistente a Herrerra, cuando este marcaba de cabeza, después de un tiro libre. Pero también vale darle méritos a Mancinelli, sobre todo cuando ganó otro duelo personal ante “Falucho” y, finalmente, se quedó con un cabezazo de Montenegro.
Con mucha enjundia y el empuje de su público, Estudiantes celebró una victoria épica. Alumni se retiró buscando respuestas con el árbitro, aunque la verdad, el equipo tampoco supo dar respuestas en la cancha.

La figura

Nicolás Gatto fue siempre un dolor de cabeza para Alumni y marcó un gol de puro pícaro. En el segundo tiempo, el arquero José Mancinelli fue fundamental en la victoria, tapando dos tiros mano a mano.

El árbitro

El pampeano Sebastián Mastrángelo no estuvo a la altura de las circunstancias. Se equivocó seguido, para ambos, aunque estuvo bien en la expulsión. Su problema estuvo en los asistentes, que fallaron más de la cuenta.