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23 de Marzo de 2010
Caso Pons - Prisión perpetua para el médico villamariense
Pese a las dudas, el fallo fue unánime: ¡culpable!
Oscar Dávila fue declarado autor responsable del asesinato de su esposa, Maricel Pons, y le impusieron la máxima sanción prevista por el Código Penal para este tipo de delito. El juicio concluyó sin incidentes y con muchos policías
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Cosa juzgada. Dávila acaba de ser condenado a prisión perpetua y es retirado de la sala - Antes del fallo. Dávila flanqueado por sus defensores, Martín Silvano y Vieytez Monrroy

En fallo unánime de la Justicia de Río Tercero, el traumatólogo Oscar Alberto Dávila fue condenado ayer a prisión perpetua por el crimen de su esposa, la fisioterapeuta Maricel del Carmen Pons.
Tras deliberar poco más de una hora y media, los ocho jurados populares titulares y los dos vocales de la Cámara del Crimen de aquella ciudad arribaron al veredicto que -en principio- dejará al médico villamariense tras las rejas hasta mediados de abril del año 2043.
Ocurre que la defensa adelantó que es muy probable que recurra el fallo en casación, por lo que la sentencia podría no quedar firme hasta que se defina dicha instancia procesal.
De todos modos, lo concreto es que el juicio concluyó con un veredicto contundente (10 a 0), lo que indica que ninguno de los ciudadanos que integraron el jurado ni los magistrados que también emitieron su voto lo hizo a favor de la inocencia de Dávila.
La drástica determinación de jueces y jurados fue el corolario de un proceso oral que demandó nueve audiencias de debate a lo largo de un mes y llegó apenas cuatro días antes de que se cumplan dos años del crimen que conmovió a la opinión pública de Hernando.
En efecto, el próximo viernes 26 se conmemorará el segundo aniversario de la muerte de Maricel, quien fue encontrada ahorcada en el gimnasio de la vivienda donde tenía su consultorio, sito en 12 de Octubre 135 de aquella ciudad.
La audiencia de la víspera comenzó sobre el filo de las 11.30 y en primera instancia el presidente del tribunal, César Barberis, concedió a Dávila lo que se conoce como “última palabra”.
En rigor de verdad, primero -tal como lo establece la Ley de Jurados Populares- le iba a permitir expresarse al padre de la víctima, Henry Pons, quien se había constituido como querellante en la causa, pero como no se encontraba en la sala directamente le cedió el turno al acusado.

“Soy inocente”

Al hablar por primera vez desde que se inició el juicio, Dávila se sentó en la silla que habitualmente utilizan los testigos cuando declaran y dijo que era inocente.
“Jamás le habría hecho daño a Maricel, porque era como dañar a mis hijos”, expresó el médico nacido en Córdoba el 19 de diciembre de 1967, quien agregó que la noche anterior al crimen estuvo con su esposa (de la cual se encontraba separado desde unos ocho meses antes) en el domicilio de ella.
Dávila dijo que “es imposible que ocho horas después pudiera haber cometido este hecho” y luego solicitó a los jueces “que profundicen la investigación para determinar de quién son los pelos que se encontraban en la mano” de la fisioterapeuta al ser hallada sin vida.
Sobre el particular, cabe señalar que las características de dichos cabellos no eran compatibles con los de la víctima ni con los del médico, circunstancia que se planteó como una de las dudas que surgieron en el debate respecto de la posible participación de otra persona en el lugar del hecho.
Dávila también se refirió en su alegato defensivo que el padre de Maricel, Henry Pons, lo odió desde siempre: “Mi ex suegro me odió toda la vida; no sé por qué, ni me explico por qué les han llenado tanto la cabeza a mis hijos para que me odiaran”, señaló.
En la parte final de su alocución, quizás imaginando que podría ser absuelto, el traumatólogo expresó: “Cuando recupere la libertad, la condena más grande va a ser haber perdido a mis hijos”, y luego se dirigió a los jurados populares, a los que les indicó que “no solamente les estoy hablando a ustedes, sino también a mis hijos, porque es muy importante lo que digan de mí ya que salir a la calle y no poder verlos será lo mismo que una condena”.
Cabe señalar que mientras Dávila pronunciaba sus últimas palabras, el presidente del tribunal lo interrumpió brevemente para retar a los periodistas que estaban cubriendo las alternativas de esta decisiva audiencia.
Concretamente, el juez Barberis se enojó porque los colegas estaban grabando y filmando el comparendo del médico. Y fue tal la rigurosidad expresada por el magistrado, que a la hora de dar lectura al veredicto (tarea que él mismo llevó a cabo) impidió que los representantes de los medios de prensa pudieran acercarse al estrado para grabar la sentencia.

La sentencia

Ni bien Dávila finalizó, Barberis dio por cerrado el debate y dispuso un cuarto intermedio para que jueces y jurados (los dos vocales que lo acompañaban en el tribunal y los ocho jurados populares titulares) pasaran a deliberar para dictar sentencia.
Exactamente a las 13.10 se constituyó nuevamente el cuerpo judicial en la sala de audiencias de los Tribunales riotercerenses y se dio lectura a la parte resolutiva del fallo, según el cual el médico era declarado autor responsable del delito de “homicidio calificado por el vínculo” y se le imponía la única sanción que prevé el Código Penal de la Nación para ese delito: la prisión perpetua.
Apenas conocido el fallo, un profundo silencio se instaló en la sala. No hubo gritos ni insultos, apenas un murmullo del numeroso público presente, en su gran mayoría familiares y allegados a la víctima.
Por el lado de Dávila, pudo advertirse la presencia de sus hermanos Gustavo (conocido oncólogo que supo trabajar en el Hospital Pasteur), Sergio y Natalia, la única que no pudo contener las lágrimas al escuchar el veredicto condenatorio.
Una fuerte presencia policial, tanto fuera de la sede tribunalicia (siete efectivos, dos de ellos a caballo) como dentro de la sala (otros ocho uniformados), marcó el final de este proceso.
Tras ser esposado y en momentos que era retirado del recinto por personal policial, Dávila insistió ante los periodistas que era inocente y cuando un colega le preguntó por sus hijos, respondió lacónicamente: “Los quiero mucho”.
Minutos después fue subido a un vehículo del Servicio Penitenciario y se lo trasladó directamente al penal de Bouwer, próximo a la ciudad de Córdoba.

Luego del fallo

Concluido el juicio, la abogada Rosa Elena Nou (representante de la familia de la víctima) entre sollozos expresó: “No puedo hacer reflexiones, estoy sintiendo que el alma de mi amiga Maricel esta volando allá con su mamá, pero por el camino de la verdad, y a mí me tocó la labor de limpiar ese camino... lo hemos logrado”.
Por su parte, el letrado Marcelo Martín Silvano (uno de los codefensores de Dávila), expresó: “Fue lo que decidió el jurado; aún no sabemos los fundamentos de la sentencia y una vez que los conozcamos veremos si presentamos un recurso de casación o no, ahora estamos conmocionados por la noticia”.
En tanto, Elda Meichtri de Gastaudo, tía de Maricel, afirmó que “se ha hecho justicia; era lo que esperábamos que pasara para que Maricel descanse en paz y que sus hijos vivan tranquilos”.
Cabe señalar que Meichtri de Gastaudo y Henry Pons están al cuidado de Gastón (15) y Antonella Dávila (13), hijos del matrimonio.

Nuestra gratitud

A través de estas líneas EL DIARIO hace público su agradecimiento a los colegas Mónica Jarrys, José María Taborda, Darío Carballo y Luis Cuello, integrantes del equipo periodístico del diario Tribuna de Río Tercero, por la colaboración prestada en la cobertura periodística de este caso.
Todas las fotografías, incluida la que aparece en la primera plana de esta edición, son gentileza del periódico.
De igual modo, hacemos extensiva nuestra profunda gratitud a los colegas de RH1 Radio Hernando, quienes también hicieron su invalorable aporte fotográfico a lo largo del proceso judicial.

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