El historiador cordobés Efraín U. Bischoff publicó recientemente un comentario en el periódico Comercio y Justicia sobre “La Medicina en Villa María y la región”, el libro escrito por el doctor Roberto Sayago. El texto de dicho artículo, al que tituló “Un libro formidable”, es el siguiente:
Pocas veces se ha editado, en el interior de nuestra provincia, una obra de la magnitud de la que salió con el sello de la editorial Universitaria de la ciudad de Villa María hace algunos meses. Se trata del volumen titulado “La Medicina en Villa María y la región”, escrita por Roberto D. Sayago, quien no ha tenido inconveniente en agregar al mencionado rótulo estas palabras: “Investigación para una historia sanitaria”. Casi resulta demasiado modesto el gesto, porque ante el lector quedan más de quinientas páginas. Por nuestra parte añadimos que mucho del éxito de la edición se debe atribuir al rector de la mencionada Universidad, Martín Rodrigo Gill; a la vicerrectora, María Cecilia Ana Conci, y al director editorial, Carlos Alberto Gazzera.
Aunque no lo haya pregonado, Sayago pasó largos años recopilando antecedentes del asunto que le preocupaba con la finalidad de pergeñar esta gran cantidad de capítulos y encontró en su ámbito familiar de su esposa y de sus hijas un apoyo permanente. Y el doctor Sayago no se había propuesto exhibir en sus páginas solamente lo declarado en el título de la obra, sino también otros antecedentes de la Medicina en esta parte americana.
La obra inicia su camino con datos históricos de Villa María, con los que va anticipando al lector el tono firme de rastreo tenido por las páginas de todo el libro, pues no se conforma con antecedentes de la Medicina, sino de cómo fue formándose esa población en sus diversas épocas, apoyándose especialmente en lo puntualizado por Luis Roberto Altamira, hace ya muchos años, en 1949.
Lo que Sayago califica como “Breve reseña sobre la atención sanitaria en la América española argentina” es realmente imperdible porque también hay referencias a “Prácticas médicas actuales no definitivamente validadas”, a las que se agregan hasta noticias de la medicina tradicional china y la homeopatía.
Cuando el autor continúa encuentra el capítulo titulado “El ordenamiento sanitario en el Río de la Plata”, cómo se hacía el contralor por los cabildantes y la aparición del Protomedicato, no sólo en América sino también en el Río de la Plata, haciendo una puntualización de lo ocurrido en Córdoba, desde el Protomedicato al Consejo Provincial de Higiene, mencionando a los galenos Justiniano Posse, Luis Ramini, Mackey Gordon, y otros. Después nos interesamos por la enseñanza de la Medicina en América Hispana y en el Río de la Plata y aunque parezca que el autor es reiterativo nos encontramos con novedades grandes porque nos deriva a cómo se ilustraba a los alumnos acerca de la Química y la Física y la evolución del Departamento de Medicina en la Universidad de Buenos Aires.
A esa altura de la exposición, Sayago penetra en los orígenes y desarrollo de la Medicina en Villa María y Villa Nueva, pues, indudablemente, había sido su preocupación principal al tener el pensamiento de escribir este libro y, desde luego, hace saber acerca de los primeros médicos en esa zona y cómo atendieron a los milicos que formaba el escuadrón del cual fue jefe José Victorio López, narrando asimismo las vicisitudes pasadas por él y sus hombres, sobre todo, al sufrir el cólera en 1867.
No lo manifiesta, pero Sayago debió de afilar su investigación, pues aumentaban las expresiones ciudadanas relacionadas con el actuar de los médicos y señala al doctor Ramón J. Irigoyen como el primer egresado de la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba, cuya tesis fue polémica, habiéndola publicado en la ciudad capital de nuestra provincia en 1884. Pasa después la narración a la indicación de haber sido el doctor Carbó el primer médico radicado en Villa María, en 1885, y además ofrece algunas ilustraciones relacionadas con ese profesional, como lo hará con muchísimos otros, que a lo largo de los tiempos estuvieron relacionados con Villa María, Villa Nueva y una amplia región y sacaron de apuro a sus habitantes en sus dolencias.
Estamos en la recorrida de la página 77 de este libro formidable y tendríamos que llegar hasta superar las quinientas, haciendo indicación de todo lo por ellas contenido hasta el presente. Nos resignamos y caemos en la bibliografía, cuyas menciones van desde la número 499 hasta la 506. Esa sola indicación nos obliga a suponer que el autor no se ha olvidado de ninguno de los antecedentes y mucho menos de los autores que se anticiparon para hablar de la Medicina en esas zonas.
Empero, no queremos abrochar este comentario sin hacer una apostilla, como la de subrayar al doctor Roberto D. Sayago como auténtico investigador. Estamos acostumbrados que en periódicos, diarios y aún folletos, aparecen narraciones sobre temas históricos, sin tener la delicadeza y la honradez de recordar a los autores que con anterioridad hablaron de esos asuntos, puntualizando el antecedente. Y se quedan muy conformes.
Son los protagonistas de un folleto por nosotros escrito y publicado hace largos años, con el rótulo de “Los tordos de la historia y los insectos eruditos”, aunque se enorgullecen de sus doctorados en Historia. Todas esas apuntaciones las hacemos para recalcar aún más la grandeza con que el doctor Sayago ha escrito su libro y por qué perdurará como una manifestación bibliográfica, imposible de soslayar por quienes quieran escribir sobre la Medicina en el centro de nuestra provincia y aún fuera de ella. Subrayamos así nuestra felicitación al doctor Roberto D. Sayago.
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