Escribe: Jesús Chirino
El 29 de marzo de 1981 un nuevo dictador sucedió al presidente de facto Jorge Rafael Videla, quien llevaba cinco años en ese cargo. El remplazante fue el general Roberto Viola, quien desde 1978 era comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Se trataba de un recambio previsto desde hacía tiempo, aunque también impulsado por diferencias internas en la cúpula militar. Ese movimiento produjo repercusiones en todos los puestos gubernamentales que usurpaba la dictadura y el municipio de Villa María no fue la excepción.
¿Nueva etapa?
Para entonces, el Gobierno dictatorial había conducido al país a una profunda crisis económica. Con la intención de oxigenar el régimen, algunos sectores militares plantearon ungir a Viola como presidente.
Tiempo antes, el 18 de marzo, el diario Clarín publicó la opinión que Viola tenía acerca de los desaparecidos. Cuando el periodista le preguntó sobre el tema dijo: "Eso está totalmente fuera de lugar. Esto es una guerra y nosotros somos los ganadores. Puede estar seguro que en la última guerra, si las fuerzas del Reich hubieran ganado, los juicios por crímenes de guerra hubieran sido en Virginia, y no en Nuremberg".
Si bien se hablaba de que con el nuevo presidente se inauguraba una etapa distinta, la filosofía seguía siendo la misma. Sólo se trataba de un “cambio de cara” del régimen que perdía apoyo. La “apertura” política que protagonizó Viola no fue mucho más allá que acercar al Gobierno a políticos conservadores que no disentían con la filosofía de la dictadura. Por otra parte, la reorganización gremial que se produjo en la época era algo que venía gestándose desde hacía tiempo a pesar de las prohibiciones.
Más allá de los discursos de apertura continuaban sucediendo cosas atroces. Algunas de ellas se conocían, por ejemplo el viernes 13 de marzo los villamarienses pudieron leer en el diario local “Noticias…” las 68 detenciones a militantes que habían tenido lugar en la marcha del jueves en Plaza de Mayo. En el mismo diario el 26 de marzo se pudieron leer declaraciones del ministro del Interior saliente, Albano Harguindeguy, reconociendo que los detenidos a disposición del Poder Ejecutivo nacional sumaban 989, de los cuales 619 no tenían iniciado ningún proceso judicial.
Confirmación
Tal cual se había anunciado, el 13 de abril el general retirado Adolfo Sigwald fue confirmado en su cargo, iniciando de esa manera su segundo período al frente de la Gobernación provincial.
Las dudas en cuanto a la continuidad de los funcionarios habían surgido tiempo atrás, pero a nivel de los municipios. Ante los rumores de cambios que se producirían por la asunción de Viola, el lunes 23 de marzo desde Villa María se envió una nota al Gobierno provincial, con la firma de varios presidentes de centros vecinales de la ciudad. En la misiva dirigida a Sigwald se solicitó que las autoridades del Gobierno municipal encabezado por Carlos Quevedo Paiva fueran confirmadas. Los vecinalistas fundamentaron su pedido en el trabajo que la administración municipal había iniciado en los barrios.
Si bien la efectividad política de la nota fue nula sí repercutió en la prensa local. Entre otras cuestiones se dijo que la idea de confeccionar el escrito fue de un vecinalista en particular pero que, según recogió el diario local, “habría sido redactada de puño y letra por un alto funcionario municipal, quien luego se la habría entregado a un presidente de centro vecinal para que la hiciera circular entre sus colegas para que fuese firmada”.
Más allá de cómo se gestara la nota de apoyo al comisionado de la dictadura, no todos los presidentes de los centros vecinales pusieron su rúbrica. Aquellos que no estaban cerca del poder local adujeron que no era función de esas organizaciones “en esta etapa” sostener al Gobierno municipal. En tanto, según la prensa, otros vecinalistas no firmaron porque “sus barrios no tendrían mayores problemas”.
Oscar Martín Ochoa presidente del Centro Vecinal del barrio Las Acacias, según publicó “Noticias” en un encuentro que mantuvieron los vecinalistas con las autoridades locales, “propuso que a través de un aplauso de los presentes se felicitara al intendente Quevedo Paiva y a su equipo de colaboradores por la tarea que están cumpliendo desde la administración municipal”.
El apoyo
El primer día de abril, directivos de la comisión Vecinal del barrio Carlos Pellegrini salieron por la prensa escrita a aclarar cómo se había gestado la nota de apoyo a Quevedo Paiva y su gente. Los vecinos Marco Altamirano, Arsenio Pérez y Juan Adda concurrieron a la Redacción de “Noticias…” reclamando la autoría del apoyo al comisionado. Según manifestaron, Altamirano, que había sido designado por la administración municipal como interventor en el centro vecinal, valoraba como positivo la acción del Gobierno local “para con los barrios… por eso propició la redacción de una nota adhesión, que iba a ser dada a conocer a otros centros vecinales para su firma”. Eso habría pasado antes de la reunión en que Ochoa hiciera aplaudir a Quevedo Paiva.
Arsenio Pérez, tesorero de la comisión Vecinal del barrio Carlos Pellegrini elegida el 29 de mayo, señaló que tiempo después que Altamirano tuviera la idea de apoyar a las autoridades locales, Ochoa apareció en el barrio Carlos Pellegrini con una carta “mejor redactada” pero con los mismos fines, por lo cual se decidió hacer firmar ésta. Aparentemente habría sido la gente del barrio Carlos Pellegrini los encargados de conseguir las firmas de otros dirigentes vecinales. Así rubricaron la misiva los presidentes de los barrios San Martín, Las Playas, Nicolás Avellaneda, General Roca, Manuel Belgrano, Florentino Ameghino, Roque Sáenz Peña, Bernardino Rivadavia, Bello Horizonte, General Paz, Almirante Brown, Trinitarios y Las Acacias.
El 19 de mayo, Paiva estaba en la ciudad de Córdoba, y allí recibió una llamada del subsecretario de Asuntos Municipales de la provincia, Juan Miguel de la Colina , haciéndole saber que el Gobierno requería su renuncia. Quevedo Paiva había llegado al puesto el 29 de setiembre de 1980 sucediendo al comisionado Adolfo Jaca.
En tanto, el nombre del ingeniero Silvio Mandrile, que hacía días había renunciado a una vocalía de Vialidad provincial, sonaba como posible sucesor para la jefatura de la administración local.
Más allá de esas cuestiones mínimas, la dictadura seguía cometiendo atrocidades. Insistimos en que algunas cosas eran publicadas en los medios de prensa. A los ejemplos citados sumamos la denuncia por los dos desaparecidos que se publicó el 3 de abril de 1981 en diario “Noticias…”. A pesar de todo esto que se conocía había quienes teniendo actividad pública elegían mirar para otro lado.
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