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Como ocurrió durante la Ultima Cena, el obispo lavó los pies de 12 feligreses. “Este acto, como el que realizó Jesús con sus discípulos, es un símbolo. El mandato de Cristo es que ahora hagamos lo mismo entre nosotros”, explicó |
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El obispo de la Diócesis de Villa María consideró ayer que “no podemos ser un país de la pelea, sino que debemos saber compartir con la familia, con los vecinos, de tal modo que hagamos un país para todos”, al interpretar el mensaje evangélico durante la misa del Jueves Santo que se realizó en la Catedral.
Los fieles, que colmaron el templo mayor, participaron con entusiasmo de los distintos momentos de la liturgia de tan particular jornada de fe, a la vez que escucharon con atención las explicaciones que monseñor José Angel Rovai realizó durante su homilía.
El invento de Jesús
“Cuando amamos a alguien queremos estar cerca”, expresó el prelado “y, por eso, Jesús realizó este invento de amor, que es la Eucaristía, que no es otra cosa que el invento de un modo de quedarse entre nosotros.”
A modo de ejemplo, Rovai recordó el impulso que le proporcionó la Comunión hacia una acción “política desde la fe” que realizó el primer ministro italiano de la pos-guerra mundial “en tiempos muy difíciles para ese país” y la acción comprometida de la Madre Teresa de Calcuta.
El pastor de la Diócesis, sin embargo, sostuvo que “no debemos quedarnos en el simbolismo (cuando se toma la Comunión), sino que Cristo quiere que lo hagamos nuestro, porque Jesús vino a vivir en nosotros, porque es un Dios cercano que hace que nos acerquemos a los que sufren, a los pobres, a los enfermos, a los que no tienen esperanzas... y dejemos aquello de mirarse a sí mismo”.
“Un país para todos”
Rovai subrayó luego el mensaje que el cardenal Bergoglio realizó ayer en Buenos Aires, al pedir “un país para todos”, para lo cual “los cristianos debemos tener paciencia, no aceptar las injusticias, pero ser mansos”.
En ese sentido, predicó que el gesto del lavado de los pies realizado por Jesús y rememorado por los obispos “es un símbolo, pero que como todo símbolo nos empuja a la acción de servir a los demás”.
“Vemos, en la actualidad, que hay un país de la pelea. ¿Pero quiénes nos ponemos a pensar qué país queremos?”, se preguntó.
A partir de la requisitoria, Rovai apuntó que hay que “construir un país en el que todos tengan lugar, donde la cultura llegue a todos y donde la justicia sea de verdad”.
Transformar la vida
Monseñor Rovai, con tono paternal, sostuvo que la clave de todo “es entender el mensaje de Cristo”, porque “el hombre necesita transformar la vida”.
“¡Ojalá nos contagiemos de Jesús!”, expresó el obispo, “para que de este modo nos interese lo que le pasa a los demás”.
A modo de ejemplo, recordó la actitud “de la Virgen María, quien una vez embarazada, con Jesús en su interior, no se quedó en su casa, sino que salió hasta la casa de su prima Isabel, la madre de Juan El Bautista”.
Sobre el final, los celebrantes trasladaron el copón con la Sagrada Eucaristía hasta el altar de reserva, donde permanecerá durante toda la jornada de hoy; al tiempo que el obispo bendijo los panes que llevaron los feligreses, como un nuevo símbolo de multiplicar la Comunión y la permanencia del amor de Jesús en la comunidad cristiana.
Sólo queda lo que damos
Para reflexionar en esta Pascua y que María siga acompañado nuestro camino de fe...
Sólo queda lo que damos:
Sólo nos alegrará, la sonrisa que regalamos.
Sólo nos alimentará, el pan que compartimos.
Sólo nos acariciará, el amor que prodigamos.
Sólo nos cubrirá, el vestido con que al prójimo arropamos.
Sólo nos descansará, el cansancio del peregrino que hospedamos.
Sólo nos consolará, la palabra con que reconfortamos.
Sólo nos guiará, la verdad que proclamamos.
Sólo nos librará, la vida nueva del preso liberado.
Sólo nos dará paz, la ofensa que perdonamos.
Sólo hará renacer la esperanza, la mirada que al cielo dirigimos y las manos con que abrazamos.
Sólo nos conducirá a la vida, la confianza que en el Padre depositamos.
Así, la humilde solidaridad de cada día, como flor que en silencio entrega su perfume, construye fraternidad y enriquece nuestras vidas... porque sólo nos queda lo que damos.
Que Dios los bendiga en esta Pascua.
Hermano Eugenio Magdaleno
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