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Escribe: Pepo Garay Especial para EL DIARIO Ya los romanos habían descubierto las propiedades curativas de las termas. Reunidos en grandes piletones, generosos en vapor, los ciudadanos de aquellas épocas lejanas se relajaban y aprovechaban los beneficios del agua a temperatura elevada. De forma natural, el líquido caliente brotaba desde los misterios subterráneos, otorgando placer y bienestar a la comunidad en general. Emperadores, patricios y demás integrantes de las clases altas, tenían termas en sus propios palacios y residencias. Hasta los esclavos y plebeyos podían acceder a baños públicos, distribuidos en varios puntos de las ciudades. Muchas cosas han cambiado en el mundo desde aquel entonces. Pero la atracción popular que generan las termas sigue latente. Hoy convertidas en valuarte del turismo son muy solicitadas. En Argentina, las de Río Hondo, Santiago del Estero, siempre fueron las más galardonadas. Sin embargo, en los últimos años, Entre Ríos ha venido desarrollando una considerable infraestructura dedicada especialmente a esta rama. De a poco, la provincia mesopotámica va ganando fama y adeptos. Motivos no le faltan. Una decena de razones Son diez poblaciones las que se jactan de guardar bajo sus pies un verdadero tesoro hídrico. Descubierto no hace mucho, el regalo fue rápidamente aprovechado por municipios y emprendedores privados que vieron en el milagro de los suelos una excelente oportunidad económica para la región. Así, los complejos de piletas se fueron multiplicando, conjuntamente con hoteles, restaurantes y demás obras dedicadas al visitante. La calidez de las aguas, sumadas a otros atractivos naturales y culturales y al acogedor servicio entrerriano, han logrado el éxito de la propuesta. Se encolumnan detrás de ese proyecto las localidades de Chajarí, La Paz, Federación, Concordia, María Grande, Villa San José, Colón, Concepción del Uruguay, Gualeguaychú y Villa Elisa. Esta última es uno de los miembros más sobresalientes de la familia termal. La pequeña localidad ha sabido ganarse el respeto de sus hermanas, en base a un muy buen complejo de piscinas. Además, ofrece el ambiente de paz y tranquilidad, característico de los pueblos del litoral, sazonado con atractivos culturales como el Museo Estancia El Porvenir o la interesante arquitectura de la Iglesia Virgen Niña. A 36 kilómetros del municipio, aparece el célebre Palacio San José. Entre bucólicos paisajes, la otrora residencia del general Urquiza nos invita a insertarnos en la historia nacional. A su vez, Villa Elisa resulta un óptimo punto de partida para visitar El Palmar, un exuberante Parque Nacional donde la vegetación autóctona sorprende y gratifica. Colón y Gualeguaychú Pero sin dudas, dos destinos se destacan claramente por sobre el resto. Son Colón y Gualeguaychú, marcadamente desarrollados en materia turística. El primero es famoso por sus bellísimos siete kilómetros de playas e islas, que flotan apacibles sobre el río Uruguay. Gualeguaychú, por su parte, brilla a partir de una espléndida costanera y la tradición del Carnaval. Allí también se pueden visitar sitios de interés histórico, donde el viajero se sumerge en las épocas de los primeros asentamientos europeos. La Casa de Andrada, la Azotea de la Palma, el Solar de los Haedo y la Catedral San José traen evidencias al respecto. No obstante, el principal atractivo siguen siendo las termas. Esas que se reparten a lo largo y a lo ancho de la provincia, bendiciendo a esta hermosa porción de nuestra Argentina.
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