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Un ataque de Alumni. El equipo villamariense ya no piensa en el descenso, pero sigue en zona de promoción. Aún hay esperanzas |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
Da pelea, revive, desafía agonías… Este Alumni en Promoción no quiere entregar su hidalguía así nomás, a pesar de los pesares.
Anoche demostró que, en nombre de su orgullo herido, había que emerger entre las cenizas. Venció 2 a 1 a Huracán de Tres Arroyos luego de superar sustos y de padecer una racha negativa de tres partidos sin victorias. Batalló siempre. No se rindió.
Dentro de un partido con urgencias, el mérito del equipo dirigido por Carlos Ranalli fue que “se aplacó” con el correr de los minutos hasta hacerse dueño de las situaciones y dejó de correr alocadamente. Además, no se quedó en los lamentos que suele mostrar cuando algo no sale.
En el primer tiempo, parecía que todo se desvanecía temprano porque, a la llegada de riesgo que generó Huracán, en los primeros instantes (Ronco alcanzó a salvar un cabezazo de Valente), se le sumó la lesión de Víctor Góngora, a los 15 minutos, como otra mala noticia para el largo parte médico que hoy ofrece el plantel.
Sin embargo, dos minutos después, Nahuel Caler –quien volvía a la titularidad después de un largo período afuera- sacudió la modorra con un derechazo tremendo: En la ejecución de un tiro libre en la puerta del área, el defensor recibió el toque corto de Agustín González Tapia y envió un balinazo recto; la pelota dio en el travesaño y entró, más allá que Carlos Herrera se encargaba de empujarla hasta la red.
Huracán sintió el impacto y reaccionó rápido, con las armas propias de un equipo con chapa que pelea la clasificación. Entonces, a los 21’, tras un pelotazo largo, Matías Zbrun demostró sus dotes de goleador obstinado, al pelear y ganar la posición y rematar tres veces antes de terminar empatando, mientras Ronco, Fernando Montenegro y Leandro Peñaloza ponían su humanidad en pos de salvar la caída de la valla. Fue en vano.
Alumni debió volver a remar, con sus necesidades a cuestas y ante un rival que, sin ser un derroche de calidad, se las ingeniaba para recuperar en el medio con el despliegue de Maximiliano Zbrun y generaba espacios con la movilidad de Ezequiel Ceballos, un media punta de probada habilidad.
Pero luego llegó un cambio interesante en el equipo villamariense. Maximiliano Carrasco, lesionado, debió salir de la cancha y Juan Aimar (su reemplazante) entró enchufado para jugar tras las espaldas del Zbrun volante y provocar mayor presencia en ofensiva.
El propio “Zapallito” Aimar estuvo a punto de anotar el segundo antes del cierre del primer período, con un tiro cruzado que pasó cerca de un poste.
Pero la voracidad de Alumni se visualizó mejor en el complemento, cuando Aimar fue cada vez más enganche y González Tapia, metros atrás, se ocupó de tomar el mando del partido, a la vez que Rodrigo Marecos abrió la cancha con movilidad por la izquierda.
Un tiro de Herrera –cerca del travesaño- entusiasmó al público, que luego deliró con el segundo gol, a los 10 minutos y de contragolpe. Fue cuando Luciano Vázquez, en su jugada más lúcida del partido, encabezó la salida y tocó para Herrera, quien recibió una falta, pero siguió la jugada, abrió para Vázquez, fue a buscar y tiró sobre el arquero, pero este dio rebote y finalmente Marecos colocó el 2-1, entrando por sorpresa.
Huracán, esta vez, no encontró respuestas, más allá de los cambios del técnico Zwenger (dejó a Ceballos como enganche y terminó con dos puntas), porque dio la impresión que Alumni estaba más aceitado, con el toque de González Tapia, la entrega de Aimar y las mejoras de la última línea.
A todo esto, Vázquez y Herrera siempre esperaron la chance para liquidarlo, aunque “Falucho” tuvo la más clara y el arquero le desvió el remate con los pies, a los 35’.
Sobre el final, Alumni se defendió como pudo, mientras el nerviosismo pasó para el visitante, que perdió a dos jugadores por expulsiones ridículas (una agresión verbal y otra física).
Lo concreto que la formación villamariense zafó del descenso directo con la victoria, se aferró a la esperanza y se tomó un respiro, además de demostrar que no está muerto quien pelea.
La figura
Agustín González Tapia se mostró siempre y le dio juego al equipo desde la zona central del campo, sobre todo en el segundo tiempo. También se destacó Rodrigo Marecos, a pura gambeta en la zona izquierda del ataque.
El árbitro
Leandro Bottoni se manejó con criterio durante gran parte del encuentro. Amonestó cuando debía hacerlo y trabajó bien con los asistentes. En la expulsiones no dudó, aunque pareció que debió cobrar un penal sobre Vázquez.
Posiciones
ZONA 3
Equipos Pts. J
G. Brown (P.M.) 27 14
Estudiantes (R. IV) 26 15
Huracan (T. A.) 25 14
Desamparados (S. J.) 21 14
Alumni (V. M.) 20 15
Cipolletti (R. N.) 17 14
Villa Mitre (B. B.) 14 14
Juv. Unida (S. L.) 11 14
D. Maipú (Mza.) 11 14
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