Nos sorprendió, o no tanto, cuando escuchamos días atrás que se mencionaba como un hecho el fin del encierro para Guillermo Luque, el verdugo de María Soledad Morales -es difícil no acordarse de aquel hecho- por haber cumplido las dos terceras partes de la condena, aunque ya tiene el beneficio de salidas laborales desde el año 2003.
Luis Tula directamente goza de libertad condicional desde ese mismo año.
Escuchar que queda en libertad un individuo que fue encontrado culpable de drogar, violar y matar, no entra en el razonamiento de las personas que son honestas y quizás mucho menos en el raciocinio de los familiares que como los Morales han vivido hechos donde algún ser querido fue víctima de la violencia y el actuar de asesinos.
Es innumerable la cantidad de noticias que recibimos de este tipo, se benefició por el dos por uno… se le redujo la condena por buena conducta… tiene salidas laborales… después de equis número de años sale en libertad condicional… etcétera. La víctima después de muerta, no tiene beneficio alguno, no resucita después de unos años, no vuelve andar por las calles ni a trabajar ni a ver a sus hijos crecer o a sus padres envejecer.
Por qué nuestra justicia mantiene ese empeño en ser tan razonable con personas que no tuvieron miramientos a la hora de apretar el gatillo, de golpear salvajemente, de violar a un menor. Podemos perdonar, debemos perdonar, pero ello no significa dejar de lado, pedir el castigo y cumplimiento de la condena completa.
Que no se mal entienda, no hablamos desde la venganza, hablamos desde la justicia, que en determinados momentos parece aflojar la rienda, distenderla.
Cuando escuchamos una noticia así, nuestros recuerdos se retrotraen y pensamos en ese ser querido, que ya no está, en su vida truncada, y con ello los sueños, los objetivos, las esperanzas.
Es posible que en prisión hagan buena conducta, pero el hecho por lo que fue juzgado, consideramos nada tiene que ver con la buena conducta durante el encierro. La buena conducta deberá demostrarla afuera, cuando haya cumplido toda la condena impuesta y le llegue el momento de ganarse nuevamente la confianza de la sociedad. Pensamos que estos beneficios deberían ser examinados nuevamente y de acuerdo al grado de violencia imperante.
Nunca se llega a saber cuál es la condena más justa para tan aberrantes hechos, violar o matar, o los dos en una misma víctima, lo que sí creemos es que, beneficiar al culpable por una mera buena conducta o porque ya cumplió parte de la condena, es como victimisar al victimario, es como volver a matar a la víctima y para la familia revivir el hecho.
En otros países como España o Inglaterra, y aquí en América, Estados Unidos, este tipo de delitos tienen penas muy duras, por nombrar algunos.
Ha quedado demostrado más de una vez, que el que mata o viola, no tiene vuelta atrás.
Es alarmante el aumento de la delincuencia, sobre todo juvenil, en sus distintas facetas, como es alarmante además la precarización de la vida, los responsables deberían prestar atención e investigar las causas, porque las consecuencias están a la vista. Estamos convencidos de que sería la única manera de que se revirtiera la tendencia a la criminalidad y entonces no llorar tantos María Soledad.
La Asociación Civil “Verdad Real, Justicia para Todos” a través de este escrito, quiere dar su apoyo a la familia Morales y a todas las familias anónimas que, como los Morales, han sufrido hechos violentos y tristísimos como este, o de otras características, pero de igual resultado: LA MUERTE DE UNA VICTIMA.

Mary Amaya y
Mónica Fornero,
Asociación Civil
“Verdad Real,
Justicia para Todos”