Señor director:
Los argentinos estamos viviendo, por estos días, momentos de confusión en relación al tema de la inflación. Los medios hablan permanentemente de ella de la misma manera que el Gobierno no lo hace, o lo niega.
Lo cierto es que cada argentino que se dispuso a comprar bienes o servicios este primer trimestre, pudo observar que los precios de los mismos, en menor o mayor medida, se incrementaron.
Está claro que estamos inmersos en un proceso inflacionario, el tema es, ¿esto va a seguir o es sólo consecuencia de políticas coyunturales del Gobierno para impedir que la economía se enfríe como consecuencia de la crisis internacional?
De lo que puede inferirse -porque explícito no hay nada- el Gobierno estaría utilizando la política cambiaria, tarifaria y salarial para ponerle algún ancla a los precios. Un tipo de cambio estable, tarifas sin cambios y aumentos salariales y jubilatorios por debajo de la inflación real son los mecanismos que se estarían generando.
Posiblemente en este segundo trimestre del año, por diferentes motivos, la inflación se modere. Lamentablemente esto no es lo que piensan los consumidores argentinos. Según el índice de expectativas de inflación que elabora la Universidad Di Tella, las expectativas de la gente en marzo rondan el 30% de inflación anual, la marca máxima a la que ha llegado este índice desde la salida de la convertibilidad.
Y aquí está uno de los mayores problemas a resolver: cómo cambiamos las expectativas de los agentes económicos que hoy están tomando decisiones en función de estos parámetros.
Hoy ya existe el llamado “ajuste de cobertura”, o el “por las dudas”, que fijan precios en función de expectativas más que de costos reales. En este contexto, sólo se benefician los que pueden fijar esos precios y que el mercado los convalide, es decir las empresas oligopólicas. Los asalariados, jubilados y pequeños comerciantes esto no pueden hacerlo.
El proceso inflacionario desata una puja en donde los más fuertes siempre ganan, aunque al final la sociedad en conjunto pierde. Más injusticia social, más pobreza y desigualdad son sus consecuencias en el mediano plazo
Ninguna economía de ningún país ha resultado viable en el mediano plazo con una inflación creciente.
Es absolutamente imprescindible explicitar un plan que conlleve a una convergencia de la inflación a valores decrecientes y que, además, despeje las expectativas de los actores económicos. Ignorar este fenómeno no es una buena señal.
Un año sin procesos electorales en ciernes es un buen momento para hacer las correcciones que hacen falta. Este “modelo” ya no es sustentable con los parámetros actuales. Posponer las soluciones de fondo o echar culpas a otros, no hace más que acrecentar el problema futuro, y de eso los argentinos mucho sabemos.

Alberto Costa