|
Cada provincia es un país diferente. Comparar Santa Cruz con Corrientes es como debatir las diferencias entre un ventilador y una licuadora. Hay veces que los contrastes culturales entre distritos son tales, que la confusión pude provocarnos una embolia cerebral, capaz de dejarnos postrados viendo “3, 2, 1 a ganar” de por vida.
El caso de los salteños es emblemático. Siempre se ha dicho que los cordobeses vivimos en un país aparte. Pero lo de ellos va más allá. Si hasta hablan otro idioma. “Hey chango, vo´ ta´ machado chango, hecho acá, eh”, es la traducción al salteño de “Oigame señor, usted está muy borracho, su estado es deplorable”.
Pero sin dudas, los de “la linda” se distinguen aún más por sus costumbres culinarias. ¡Cómo come esa gente por Dios! Cada vez que se juntan a masticar, es como si fuera la última. Los tipos se encomiendan vaya a uno a saber a que héroe mitológico del norte y se castigan como desgraciados. Es un espectáculo extraordinario.
La hora decisiva
Hace no mucho tiempo compartí un almuerzo con una familia de Tartagal. ¡Papá, lo que fue eso! Me sentía Martín Miguel de Güemes rodeado de sus infernales. Una mesa larga, con cientos de empanadas de las más ricas que probé, humitas, tamales, porotos, locro y demás manjares. Y por supuesto, todo regado con buen vino, cerveza, gaseosas y risas.
Ahí estábamos todos, disfrutando del comer y de la buena vida (que es básicamente lo mismo). Charlando, me ilustré sobre el eterno proceso de producción de la humita, los secretos del arte de picar la carne a cuchillo, y cómo ser feliz a base de morfi. “Meta chango, meta”, me dijo uno. Supongo que quiso alentarme para que siguiera comiendo. Supongo digo, porque la verdad es que no le entendí ni aca.
El peregrino impertinente
Otras notas de la seccion El Diario Viajero
Una alternativa a Puerto Madryn
Lo árido y lo verde haciendo magia
Mortadela estaba el mar
La gran maravilla de Oceanía
Ver, sentir y admirar
|