Ingentes daños causó la pedrea o granizada que se abatió sobre La Playosa y región a las 7.30 de la víspera, en fenómeno de gran intensidad. Oscuros nubarrones y relámpagos continuos sobre el sector sudoeste hicieron prever lo peor desde media hora antes.
La manifestación meteorológica alcanzó en cinco minutos una fuerza con muy pocos antecedentes, casi sin parangón a juicio de los habitantes locales que opinaron sobre las características del suceso temporal.
La zona rural sufrió las peores consecuencias y embates del fenómeno, con caída de árboles, postes de energía eléctrica (de madera), voladura de techos en tinglados, destrucción importante de sembradíos y cultivos (especialmente de maíz y soja), con muchísimas hectáreas prácticamente irrecuperables.
También fueron castigados severamente galpones rurales; además pequeños animales y aves desguarnecidas tuvieron un triste final.

Zona urbana

En zona urbanizada fueron importantes los daños en el arbolado público (con caída de ramas), en automóviles de habitantes, empleados públicos, trabajadores rurales y docentes que a dicha hora se movilizaban hacia sus puestos de trabajo, más algunas líneas telefónicas urbanas y de conexión televisiva.
La acumulación de hielo fue sin parangón, con las cunetas cubiertas por un tono blanco total, con piedras de significativas dimensiones, que también arrasaron con muchos árboles y plantas ornamentales frente a las casas.
Los carteles de nomenclatura pública no se salvaron del aluvión meteorológico siendo muchos de ellos destruidos totalmente. Felizmente, y a pesar de los cuantiosos daños no se comprobaron consecuencias de daño físico ni desgracias personales.
Bomberos, personal policial, de la Cooperativa de Electricidad y municipio, debieron trabajar intensamente durante la jornada para reestablecer servicios y dejar en condiciones el ejido urbano.