Escribe: Pepo Garay
Especial para EL DIARIO


Como balcones naturales que se abalanzan sobre la costa, así son los cerros de Valparaíso. En línea continua, marcando una extensa ladera de barrios con mucho, pero mucho colorido. La combinación con el mar y el sol no falla. La ciudad, entonces, brilla con luz propia.
A pesar del terremoto que sacudió Chile el pasado mes de febrero, generando una destrucción nunca antes vista en esta parte del continente, Valparaíso mantiene intacta su esbelta figura. La tercera ciudad del país sufrió algunos daños, pero nada comparado con lo ocurrido en lugares como Concepción, ubicada a unos 640 kilómetros al sur. Por fortuna, la joya porteña mantiene su esplendor característico.
Hay que ver los portentos del umbral chileno al océano Pacífico. Cientos de casitas rojas, azules, blancas, rosadas, verdes, amarillas y de todas las tonalidades imaginables, se distribuyen ante la ensenada. El puerto, los barcos y el torbellino popular le dan movimiento. Todo el complejo se presenta armonioso y vital.

@Barriadas de las colinas

Lo conquistaron los españoles, cuando no, y ahí nomás se imaginaron la futura silueta del municipio. Diego de Almagro fue el primer adelantado. Luego Pedro de Valdivia. Y hasta piratas como Sir Francis Drake hicieron a su antojo en las costas del lugar. La invasión duró hasta las épocas de la independencia.
Más allá del daño causado a los habitantes originarios, quienes sufrieron en carne propia la avaricia y el despotismo europeo, la ciudad vio delineados sus cimientos fundacionales. Las laderas comenzaron a poblarse a paso redoblado.
Hoy, los mismos cerros son motivo de admiración foránea. Cada uno con un atractivo particular. Cada uno con su propia impronta. Son más de 40 las barriadas que discurren en las alturas, a lo largo de la bahía, con nombres tan disímiles como La Virgen, Lecheros, Cárcel o Toro. Todas superpobladas y con cosas para visitar.
El cerro Alegre destaca por sobre los demás, al acoger a gran parte del centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Lindero, el Concepción también alberga parte de aquellos tesoros, además ascensores y miradores, como su inmediato vecino y muchos otros distritos. El Santo Domingo es famoso por haber sido el primer cerro habitado y por ser sede de la iglesia de La Matriz.
Pero sin dudas el Playa Ancha es el más conocido de todos, al encabezar la lista de cantidad de habitantes. Es sede de universidades y pomposas construcciones, y centro de acogida de los primeros inmigrantes europeos en la región. Todo a la vista del gigantesco puerto local, donde los sombríos buques de guerra de la Armada intimidan, demostrando el poder militar que Chile desarrolló desde los tiempos de Pinochet.

@Regreso al centro

De vuelta en el casco histórico, nos detenemos para admirar obras de la talla del Reloj de Turri, el Arco Británico o la Biblioteca Pública Santiago Severín. Allí el viajero aprecia la influencia del estilo europeo en la arquitectura local. El edificio de la Bolsa de Comercio y el Palacio Baburriza, fortalecen la tendencia. Otro tanto hacen las casonas antiguas que se reparten por toda la zona.
Para introducirnos de lleno en la cultura trasandina, vale la pena visitar El Congreso Nacional de Chile, el Servicio Nacional de Aduanas y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, organismos con sede en Valparaíso. Así descubriremos que Chile, aún siendo un país sumamente centralizado en su capital, Santiago, apuesta más al federalismo que nuestra Argentina.
Ironías a la sudamericana, en una ciudad emblemática del continente.