Escribe
Pepo Garay
En medio del calvario político y social que atraviesa por estas horas, podría tomarse como una broma de mal gusto ponerse a hablar de Bolivia en tanto plaza turística. Sin embargo, en el destino elegido de hoy aparecen algunos ribetes que se relacionan con esta acuciante actualidad. Y es que el Chaparé no sólo es la región que vio crecer políticamente al presidente Evo Morales. También es la zona del país que más ferviente apoyo le brinda al mandatario.
Allí, entre plantaciones de coca y paisajes deslumbrantes, la trifulca que divide al vecino país se palpita como el escenario definitivo. Villa Tunari, cabecera de la zona, concentra su apoyo al ex líder cocacolero. Mientras tanto, invita a recorrer sus particularidades.
∫De profesión cocacolero
El pueblo está ubicado a unos 160 kilómetros de la ciudad de Cochabamba, cabecera del departamento homónimo. Muy cerca se encuentra Villa 14 de Setiembre, aldea en donde Morales hizo sus primeras armas como sindicalista. En ese punto perdido de la selva, el presidente es venerado como un prócer. El mismo sentimiento se repite en las demás comunas y caseríos que rodean al distrito.
Aunque invisibles desde la carretera, los cultivos de coca están repartidos por todo el terreno. La planta es el pilar fundamental de la economía en el Chapare. Bien lo sabe Morales, a quien el trabajo con la hoja lo rescató de la pobreza. Tenía algo más de 20 años cuando llegó a estos confines, en busca de una prosperidad hasta entonces esquiva.
@El verde subtropical
Más allá de aquellas anécdotas, Villa Tunari disfruta de un entorno privilegiado. El clima subtropical característico repercute en el medio, dotando las laderas de exuberante vegetación. Las tenues montañas explotan de verde, beneficiadas por el curso de los ríos y las lluvias constantes.
Dicho marco natural está potenciado además por una fauna de lo más diversa. En ese sentido, el Parque Ecoturismo Machía resulta el mejor ejemplo. El emprendimiento está repleto de monos, pumas, tucanes y otros llamativos animales. Muchos de ellos reciben los cuidados de los voluntarios (la gran mayoría extranjeros provenientes de todo el mundo), quienes trabajan para reintegrarlos a su hábitat natural.
Otros espacios a destacar son los Parques Nacionales Carrasco e Isiboro-Securé. El primero se caracteriza por una gran variedad de ecosistemas, como pradera altoandina, lagunas glaciares, turberas y yungas, debido a sus desniveles altitudinales (entre 300 y 4200 metros). El segundo, por su parte, se diferencia del resto por haber sido declarado territorio indígena.
@Natural parsimonia
Los pobladores del Chapare son gente sencilla y retraída, aunque siempre dispuesta a brindar la ayuda que el viajero solicita. Los mayores movimientos populares se pueden ver los fines de semana, en el mercado de Villa Tunari. Recostado sobre la ruta, el establecimiento linda con una buena dosis de económicos comedores. En las fondas sirven exquisitos platos locales, donde el pescado es amo y señor.
La parsimonia de los tunarienses se condice con la apabullante perspectiva selvática, que convierte al hombre en un ser pequeño, casi insignificante. Propios y extraños asisten al milagro de la creación.
Mientras el espectáculo de la naturaleza se desenvuelve, Bolivia decide su destino en las calles. La violencia desatada no ha llegado al manso trópico del Chapare, pero sus habitantes ya han tomado partido. Es el Evo o nada. Habrá que ver que les depara el futuro.
Ruta alternativa
Carteles contra la basura
Escribe: El peregrino impertinente
Argentina está cada vez más mugrienta. La basura emerge en cualquier lugar. Donde vayamos, encontramos papeles tirados, vidrios rotos, y esas bolsas infames que no se quién carancho ata a los árboles. Tremendo.
Cada paseo se convierte en una experiencia abundante en desechos. Ni las montañas se salvan. Todos hemos visto espacios naturales, supuestamente impolutos para el hombre, violados con basura ¿A qué pelele trasnochado se le ocurre andar tirando el paquete de criollitas en el medio de un sendero serrano? Se ve que a muchos.
Pareciera que los carteles convencionales de “no arroje basura” ya no surgen efecto. Habría, entonces, que acudir a frases más agresivas, a ver si nos concientizamos un poco.
Por ejemplo, algo como “No seas tan miserable, puerco maloliente y repugnante, hacéle un favor a tu despreciable vida y tirá los papeles en el basurero, pedazo de cavernícola de cavidades engusanadas”.
O si no alguna frase compleja para que la gente no entienda y, atónita por lo enredado del mensaje, decida comportarse como un peluche. Podría ser: “Se consecuente con la hermenéutica propia de la raza humana y evita flagelar la superficie sedimentaria, a los fines de evadir daños capitales a tu existencia”.
Cabría plantearse la posibilidad de hacer algo aún más radical, que directamente anule cualquier atrevimiento agitador. “Si tiras basura te saco los ojos” o “Un solo papel que arrojes al suelo y te van a tener que coser las encías con hilo sisal de tantas patadas en que te voy a dar en los dientes, gañan”, son dos de muchas opciones.
En fin, habrá que armonizar ideas y empezar a ponerlas en práctica. Se agradecen sugerencias.
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