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María es panadera - Edgar y Esteban trabajan en una carnicería - Alexis se desempeña como playero - José Luis es un trabajador del volante - Noelia es cajera de un shop de estación |
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María Laurenti tiene 37 años y desde hace dos meses trabaja en una panadería de bulevar Alvear y San Luis.
Entre sandwiches de miga, facturas y bizcochos, y mientras la afluencia de clientes no cesaba, María contó a EL DIARIO que se siente cómoda en este trabajo, y que hay mucho movimiento.
“Por suerte la cosa va bien”, subrayó. Antes se desempeñaba en una pilchería.
“¿Mi deseo? Seguir trabajando, no importa dónde, pero acá en la panadería me gusta”, indicó.
Ella tiene contacto diario con muchos vecinos y percibe “que faltan fuentes laborales, es algo que noto todos los días y es muy triste”.
“Deseo que mejore esta situación, que haya trabajo para todos”, recalcó.
Cerca de allí, Edgar (38) y Esteban Calvo (18) se ganan la vida en una carnicería, que abrió sus puertas hace un mes.
Edgar es carnicero desde hace una década y le gusta el rubro. “Yo quiero seguir acá”, aseguró.
“La cosa está mal. Falta trabajo para la gente, no se llega con el dinero a fin de mes, los precios suben”, consideró. Su compañero, Esteban, coincidió en su afirmación.
“Este es un lindo laburo, me gusta”, dijo.
Luego nos dirijimos a una estación de servicio de bulevar Sarmiento y nos encontramos con Alexis Ojeda, un joven de 22 años que llegó de Viamonte y “enseguida conseguí este puesto”. El es playero y tiene permanente contacto con muchas personas, lo que lo lleva a contar que “hay una queja continua por la falta de trabajo”.
Hace seis meses que es empleado de esta firma y antes trabajó en una fumigadora. Y quiere seguir en la estación.
José Luis Pesce (49) manejaba un taxi hasta que, siete años atrás, viajó al exterior. De regreso, este año volvió a conducir un vehículo de transporte de pasajeros y remarca que “cuando hay mucho movimiento me divierto”.
En este día especial, advierte que “la gente no la está pasando bien y me dicen que está todo mal. Faltan oportunidades”.
La única de los entrevistados que confesó querer trabajar en otro lugar fue Noelia Romero, una cajera de 22 años. Si bien “me gusta esto, la paso bien y tengo muy buenos compañeros”, aspira a un puesto administrativo y tiene currículum en eso. Y también pide más trabajo para los argentinos, porque “esto es un desastre”.
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