El olor inconfundible de la bagna cauda se mezclaba en el salón del Prado Español de Villa Nueva con el aroma de los callos a la madrileña.
Es que la oferta gastronómica y cultural que ofreció la Fiesta de las Colectividades fue aceptada por el público que hacía fila en los quioscos de cada comunidad para elegir su plato preferido, mientras en el escenario se mostraban danzas de cada región.
Al ingresar, el público se encontraba con el stand de la comunidad Balear, que ofrecía, entre otras exquisiteces, una paella “con todo” y, para la tarde, unos mantecados con dulce que se llaman pastissets.
Los piemonteses optaron por ofrecer su espacio a ALPI Villa María, entidad que asiste a más de 1.000 personas por mes que necesitan rehabilitación.
Ellos tomaron la posta de la cocina piemontesa y engalanaron su espacio con aromáticos salames, tortas de toda especie y el plato más solicitado: la bagna cauda.
El Centro Vasco se lució con su gastronomía, a la que le dan mucha importancia. “Una comida de domingo puede durar tres horas”, dijo el presidente de la entidad.
Entre los platos más llamativos están los pintxos, una especie de bocadito elaborado con una rodaja de pan especial, al que se le adereza cebolla, pimiento y anchoa. “Es como un aperitivo que en los bares del país vasco están dispuestos en las barras para acompañar con un buen vino”, informó.
El espacio de la Sociedad Española ofrecía las típicas empanadas gallegas, hechas a base de atún; empanadas criollas, “porque algo aportaron los españoles para constituir ese tipo de comida argentina”, dijo una de las cocineras. Pero la estrella gastronómica de esa comunidad fue el callo a la madrileña, que no es otra cosa que un guiso a base de carnes como chorizo colorado, morcilla, panceta, cerdo y otras de esa especie. El aroma de ese plato abre el apetito e invita a degustarlo con los buenos vinos de ese país.
Finalmente, los siriolibaneses servían a más no poder los tradicionales Keebbes (kepes) crudos y cocidos. Niños envueltos con hojas de parra, puré de garbanzos y las infaltables empanadas árabes, que son particularmente exquisitas dado que la elaboración tiene un proceso diferente al que conocemos, tanto para la masa como para la molienda de la carne.
Mientras todos los vecinos que asistieron a la Fiesta de las Colectividades degustaban los platos en las mesas dispuestas en el Prado Español, el escenario se iba llenando de colores con expresiones musicales de cada una de las comunidades, lo que prometía una larga sobremesa compartida entre hermanos que reconocen sus ancestros en distintos lugares del globo, pero que tienen en común haberse encontrado para sembrar su futuro en Argentina.