Escribe: Daniel Cerutti

Triunfo altamente meritorio de River, casi con sabor a hazaña por la forma en que logrado y elaborado a nivel técnico sobrellevando principalmente la adversidad de contar con dos hombres menos en las instancias más dramáticas del encuentro y con Playosa lanzado a fondo en procura de la victoria.
En el primer tiempo, dentro de un planteamiento ambicioso en materia ofensiva por los dos conjuntos, siempre tuvo River mayor convicción y confianza en sus intentos; la proyección por ambas bandas de ataque fue suficiente para preocupar la estabilidad defensiva local, mostrando a través de la dupla Rodríguez y Olmedo, mayor homogeneidad en el mediocampo y ello derivó en tres o cuatro intentonas que llevaron riesgo para Rabino.
Playosa, más aislado en sus réplicas, sólo dependió de la condición individual de Servetti o Ariel Berterame, bien controlados por sus marcadores.
A los 25 minutos el árbitro Daniele sancionó, a instancias del juez de línea, una mano de Pleitavino dentro del área, dejando serias dudas en cuanto a la intencionalidad del defensor local, motivando las protestas lógicas de los jugadores playosenses.
La pena fue ejecutada con exacto remate hacia palo derecho de Rabino por Orellana, marcando una diferencia ajustada al desarrollo de las acciones, puesto que la visita mostraba más jerarquía de equipo, más cohesión individual y crecimiento colectivo.
Después de la conquista, el huésped disminuyó su presión, permitiendo algunas réplicas esporádicas del “albo”, traducidas en intentos por vía aérea que no reportaron réditos a sus intenciones y permitiendo el lucimiento de Winter o Tais, bien respaldados por la seguridad de Mancilla.
El local sólo tuvo una ocasión favorable a los 34’ con un cabezazo frontal de Berterame que exigió gran contención del guardavallas en momentos que Playosa parecía intentar el pasaje a otro nivel de juego, intención que sólo fue una simple expresión de deseos y sin formulación práctica.
River fue, en el tiempo inicial, una fortaleza en su estructura defensiva y constante en la búsqueda ofensiva, prevaleciendo en el desarrollo integral, favorecido por una diferencia mínima en el marcador objetivamente ajustada a lo que aconteció en el devenir del juego.
En el segundo tiempo Playosa tuvo mayor protagonismo pero el visitante nunca perdió estabilidad ni confianza, replicando una por una las cargas que desesperadamente el equipo de “Pelé” Sánchez creó en procura de la igualdad.
El dominio del “albo” nunca alcanzó matices de expresión letal porque encontró una defensa organizada, congruente con un estilo expeditivo y concretó en la resolución del peligro.
Tanta fue la presión del local que finalmente Berterame pudo, sobre los ‘37, conectar de cabeza una pelota que cayó llovida sobre el área y se desvió hacia el sector donde entraba el jugador, quien la introdujo en el arco de Mancilla consiguiendo el empate.
Momento decisivo, con Playosa envalentonado por la conquista y por jugar esos minutos con un rival disminuido por las expulsiones de Platini y Barengo.
Pero River mostró su valentía y predisposición, sacando a relucir en la parte final sus mejores atributos, cuando Playosa desesperaba en procura del desnivel, llegó a los 46 minutos la jugada definitiva con traslado de Orellana sobre sector derecho aprovechando la desconcentración en la marca por parte de los defensores locales, terminando su proyección con centro atrás que fue conectado hacia la red por el ingresado Pereyra.
Conquista de triunfo y euforia lógica en un equipo que lo tuvo todo para ganar por mayor diferencia, pero lo impredecible que es el fútbol complicó su gestión. Aún así, tuvo fortalezas y convicción para pelear hasta el final y conseguir una incuestionable victoria, que lo pone en posición de privilegio con vistas a ascenso de divisional.