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La imagen lo dice todo. El delantero mendocino mete claramente la mano para impactar la pelota y darle el triunfo a su equipo, ya que el referí convalidó el gol (foto gentileza diario El Sol de Mendoza) |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
(Enviado especial)
Alumni no perdió la punta en Mendoza, sencillamente se la arrebataron de un manotazo.
En el final más extraño y lamentable de un partido, esa sensación de sufrir un acto de ilegalidad quedó impregnada en cada rostro desencajado y en cada gesto de los jugadores fortineros frente al árbitro sanjuanino Raúl Lemos. Y era lógico.
En ese preciso instante, Gimnasia festejaba un triunfo mentiroso de 1 a 0 que dejó al conjunto villamariense sin el sabor dulce de ser puntero, sin valla invicta y sin momento glorioso, justo en el partido más importante de la Zona 3 del Argentino A, por la cuarta fecha.
Fue a los 46 minutos del segundo tiempo cuando la mano que necesitaba el local para esbozar una sonrisa dentro de un partido aburrido la puso el delantero Silvio Prieto, luego de un tiro libre, para anotar un gol que mancha a la pelota, contrariando la frase histórica de Diego Maradona. Y para certificar que había que dar una emoción cueste lo que cueste, el árbitro también señaló con la mano hacia el centro de la cancha, marcando gol, increíblemente.
En ese momento el arquero Julio Chiarini salió disparado contra el referí sanjuanino, lo mismo que el defensor José Figueroa y casi todo testigo directo -visitante- de semejante injusticia. Ya era tarde.
Lejos estuvo Lemos de rectificar su “error”, menos el asistente número dos, Moreno, quien apenas presentaba cartel de “a mí no me digan nada que estoy tapado”. En fin.
Esa imagen de despedida resultó lapidaria y cruel para un Alumni que, hasta ese momento, había mostrado un juego seguro como para llevarse un punto de Mendoza, por lo menos.
s Controlado
Dentro de un partido chato, el equipo dirigido por Mauricio Magistretti, sin ser un derroche de fútbol, igual parecía tener todo controlado, a tal punto que salió a presionar arriba en los primeros minutos para demostrar que no iba a defender la punta bajo trincheras.
Sin embargo, de a poco Gimnasia lo emparejó, no tanto por virtudes propias, sino porque Alumni falló en el traslado promediando la etapa y, entre otras cosas, no pudo progresar como debía por las puntas.
En ese sentido, por la izquierda, Matías Bolatti no hizo pie, anduvo a los tumbos, impreciso, y por derecha, Carlos Arias no pudo terminar bien cada vez que le tocó ganar espacios, más allá que lo buscaron poco.
De todas maneras, la seguridad de la última línea bastó para conservar el arco en cero y mantener a Gimnasia totalmente alejado de las chances de gol.
Apenas un tiro desde la esquina que superó la humanidad de Chiarini llevó un tímido peligro. Nada más. El resto fue pelea en el medio, esfuerzo en vano y pases sin destino.
Un claro reflejo de eso fue que prácticamente no probaron al arco en ese primer período. Entonces todos sabían que algo había que cambiar.
Magistretti fue el primero en mover las piezas y buscó velocidad en el ataque con el ingreso de Matías Fernández y Alexander Lucero, sabiendo que también podía ganarlo en cualquier momento.
Y esta percepción la dio Víctor Rena a los 11 minutos, cuando se escapó por derecha y disparó cruzado, haciendo revolcar al arquero Gerardo Godoy, quien desvió el remate.
Gimnasia también se animó en esa etapa, pero más empujado por su público y por sus ganas que por su inteligencia en la elaboración de las situaciones de riesgo.
Claro que fue fundamental el ingreso de José Ortiz, quien estuvo más lúcido que su remplazado Horacio Anzorena.
Pero las mismas imprecisiones que se vieron en el mediocampo se trasladaron a la definición en el equipo local.
Es que, Prieto se perdió dos chances muy claras, una por derecha (atorado por Chiarini) y otra por izquierda (disparo por encima del horizontal), y Guillermo Alvarez colaboró a la causa devorándose una demasiado nítida para ser real: mano a mano con el arquero, tiró apenas desviado.
Alumni pasó el sofocón cuando se reordenó y por momentos también se acercó al arco contrario, cuidando más la pelota.
Entonces el final se presagiaba con un cero grande para los dos, que dejaba mejor parado al visitante, mientras el público local pensaba: “Estamos hasta las manos”. Pero no fue así.
Todavía quedaba un restito de partido y las manos de Prieto y el árbitro Lemos, tras el tiro libre, fueron las que hicieron estallar a los mendocinos, mientras Alumni quedó vacío, cargado de injusticia.
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