“Alzó las banderas del cooperativismo y las agitó por todo el territorio nacional. Duelo. Se fue Juan Espíndola, profesor. Fue un prócer de la economía social por estas tierras y gozaba de reconocimiento nacional e internacional. Formó con impronta sobraliana a decenas de promociones desde los anexos de la Biblioteca Rivadavia. Inculcaba el amor a la vida con el vigor de los que se hacen desde abajo”... Con esas palabras comenzaba la nota que escribimos hace dos años, a raíz del fallecimiento de este destacado ciudadano, docente y compañero.
No decíamos eso solamente por las enseñanzas que nos dio para que nuestra cooperativa fuera viable. Lo hacíamos en nombre propio, pero también en representación de decenas de entidades de la economía social diseminadas a lo largo y a lo ancho del territorio nacional.
Juan viajaba, iba de aquí para allá, asesoraba acerca de cómo conformar una entidad, la acompañaba en los comienzos y, una vez que la organización estaba sólida, se iba hacia otro punto cardinal, partía rumbo a una nueva experiencia.
A dos de los miembros de Cooperativa Comunicar les tocó participar en un Congreso Nacional de Economía Social que se desarrolló en la ciudad de Santa Fe, meses antes de que la vida le soltara la mano. Inclusive compartieron con él una habitación en un hotel de Paraná, por cuanto la capacidad de albergue de la capital santafesina estaba colapsada, por los casi dos mil cooperativistas de todo el país presentes.
Uno de los puntos de encuentro fue el estadio cubierto del Club Unión. Allí, los foros debatieron sobre muchas de las problemáticas del tercer sector de la economía.
A la hora del almuerzo, los compañeros de EL DIARIO ocuparon un lugar en las tribunas, con sus platitos descartables, de plástico, y sus cubiertos también descartables, de plástico. Estaban junto a Espíndola, entonces, en un lugar de la tribuna. Lo impresionante, lo que revela quién era en verdad este hombre, es la lenta y desordenada procesión que partía desde distintos puntos del estadio, personas que subían los escalones hasta él para estrecharle la mano. “Profesor, un placer”. “Profesor, ¡tanto tiempo!”. “Amigo, ¿cómo andás?”. “Hermano, necesito consultarte algo”...
La comida se le enfriaba en el plato descartable, de plástico, y no importaba, porque él se estaba nutriendo de otro cosas, de otras emociones. Hasta el presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, INAES, se acercó a estrechar su mano.
Por eso, por si no lo conoce a Juan (como dice la hermosa canción de Los Olimareños), le repasamos hoy ese otro momento, otro capítulo, de una vida con historia.
Del mismo modo le contamos días atrás que el Hospital Regional Pasteur inauguraba una sala de pediatría con equipamiento adquirido con los sueldos que le habrían correspondido a Juan, por su desempeño en la esfera estatal.
Y seguramente seguiremos encontrando elementos, motivos, para tenerlo presente, porque fue mucho lo que nos dejó como comunidad.
Hace tanto como dos años. Apenas dos años y se extraña tanto.

Cooperativa Comunicar