Sólo un par de horas pudo hacer efectiva su imaginación un remisero villamariense quien protagonizó un autosecuestro en procura de "una platita" que, según se supo, le hace mucha falta.
Sea como sea la historia, la autogestionada desaparición del hombre del volante fue, quiérase o no, la noticia del día.
@ El hijo
Y la noticia comenzó a ventilarse precisamente cuando el hijo del remisero Dante Arias, quien a las 13 de la víspera se presentó en Tribunales, denunció que habían secuestrado a su padre.
Tremendo caso "no compró" la Fiscalía de Instrucción de Turno y le indicó al descendiente que, por tratarse de un delito reglado por una ley Federal debía ser denunciado, precisamente, ante ante un funcionario judicial de ese ámbito.
Fue el propio hijo de Arias quien, en su denuncia sobre el supuesto ilícito, reveló que quienes se llevaron a su progenitor exigían, para liberarlo, la suma de siete mil pesos. Ni un centavo más ni un centavo menos.
Por los pasillos se escuchó decir: "¿Arriesgarse a tanto por siete mil pesos...?" (Ese fue el precio que se puso el protagonista de esta historia).
@ El padre
De pronto... otra llamada. Desde el lado opuesto de la línea (precisamente en la ciudad de Córdoba), el hijo toma conocimiento de que su padre "se escapó" de la presunta banda que lo secuestró. Un verdadero acto de arrojo. Es decir... otro acto.
Pero se supo más, cada vez más. Entre los 14.30 y las 15 Arias, quien aseguró que se había burlado de los secuestradores dijo que se encontraba en la Estación Terminal de Omnibus de la capital provincial.
Se le encomendó, entonces, que se presentara en la oficina policial existente en esa estación para que relatara todo lo que sucedió.
Hasta allí fue el remisero villamariense. Hasta allí llegó su imaginación. Palabras más, palabras menos, el hombre se deschavó y contó que había urdido la historia porque necesitaba el dinero.
@ No pega una
Atando cabos se supo después que Omar Arias, no hace mucho, denunció que fue asaltado y que, además del dinero que llevaba en el remise, los ladrones también lo despojaron de tarjetas de teléfono por un valor equivalente (vaya coincidencia) a siete mil pesos.
Mientras lo retornaban a la "Villa de Ocampo", se supo que al hombre no se lo imputará de nada ("porque no hubo delito").
Quizás, lo único que deba pagar es una historia mal imaginada o, nosotros con él, una novela mal contada.
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