El sábado 8 del corriente mes se presentó “El filo oscuro del silencio” de José Luis Arce en el Teatro Real de la ciudad de Córdoba. Esta obra, con dirección y protagonismo de villamarienses, forma parte del proyecto “6x6” (seis dramaturgos realizaron seis textos alusivos), organizado por el teatro en conmemoración del Bicentenario. En él, el eje es “migraciones - inmigraciones”, en vías al reconocimiento de nuestra identidad.
A las 22.30, el personal invitaba a pasar al subsuelo del teatro. Antes de entrar a la sala las paredes empapeladas con los dibujos de Emmanuel Cerino anunciaban lo que se vería pero no todo. Colonizadores, aborígenes llevados a la mejor expresión en el papel, y con sus rasgos bien marcados ilustraban momentos que se han vivido en estas tierras.
Ya dentro de la sala y ante los espectadores sentados en bancos de colegio, Javier García, villamariense y primer actor comenzaba la obra en una especie de calentamiento actoral. Fernanda Tarletta, era quien escribía el supuesto guión que luego ellos llevarían a la práctica. Eso fue una de las características más interesantes, el juego entre el lenguaje primitivo en paralelo al actual. El programa anunciaba que la obra se basaba en la resolución poética del momento del choque de culturas, la española y la originaria. Y eso fue lo más impactante. Una aborigen (Fernanda Tarletta), una especie de capitán (Javier García) y un autodenominado “científico de almas”, que hacía las veces de lingüista (Ezequiel Clot), demostraban la naturalización de la lengua impuesta y el hueco que dejó en la cultura aborigen esta imposición.

@ El “otro”

La incomprensión del “otro” por parte de los españoles, no solamente se muestra en la lengua. Sino en el trato. Violaciones, maltrato y mucha violencia muestra como fue el trato de los supuestos descubridores de un nuevo mundo. La prepotencia del alto mando de la expedición y su soberbia se contrapone con la bondad y la compasión del estudiante de la lengua. Aquí lo poético iba a demostrar lo vivido y lo que permanece en la memoria.
Todo lo que comenzó en el continente, para que más tarde lo hiciéramos propio se muestra aquí. La costumbre de maltratar a los originarios, el creerse dueños de lo nuevo, el atacar no solamente con hechos sino con palabras.
Este choque de culturas se demuestra en valor poético. Y tal vez se entienda en la frase de Ezequiel Clot: “Sólo las poesías compadecen lo que rompen las palabras”.

@ Recomendable

Esta obra estará todos los sábados y domingos de mayo en el teatro de la capital. Dura algo más de una hora y se divide en once retazos, tres jirones y un final de abismo, siendo un muy buen acierto de la directora villamariense Yanina Pastor.
Va a servir para plantearse varias cosas. Entre ellas lo que plantea Eduardo Galeano cuando asegura: “La historia de América Latina es una historia de machos, escritas por machos y para machos. Además es una historia blanca y muy racista. Donde la mujer es un papel decorativo”. La obra le da la razón.

Juan José Coronell
Especial para EL DIARIO