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Al suelo. Daniel Abate Daga (Colón) y Sergio Villalba (Argentino) se disputan la pelota en el piso, mientras observan Cristian Fernández y Palacios |
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Escribe: Juan Pablo Morre
En un encuentro cerrado, trabado y muy trabajado por parte de ambos conjuntos, Colón se encontró con los tres puntos porque marcó, casi por sorpresa, la primera ventaja por una aparición del ingresado Conti y la complicidad de Suárez, cuando transcurrían 36 minutos del segundo tiempo. De esa manera, la visita obtuvo el triunfo, gracias a un pibe que marcó su primer gol en primera.
Así, Colón logró cerrar un partido muy bravo en barrio Santa Ana, luego de que en prácticamente ochenta minutos la paridad fue el denominador común en el campo de juego. O sea, desde el minuto cero, el partido se desarrolló en la lógica del que “hace el gol, gana”.
Esto se debe a que ambos se decidieron principalmente a no regalar espacios, a no dejar jugar (en el local, hubo mucha marca hombre a hombre y en la visita los laterales prácticamente no se proyectaron), a no asumir riesgos innecesarios y sacar provecho del error del rival, aunque a veces a la equivocación hay que producirla, hecho que en el encuentro de ayer ocurrió pocas veces.
Sólo, de vez en cuando, alguno logró predominar por las acciones individuales (Colón con Doblas, por ejemplo) o por el juego asociado (de vez en cuando, Argentino), pero siempre a cierta distancia de los arcos y sin la capacidad de culminar de la mejor manera las insinuaciones ofensivas.
Dentro del dicho panorama, la sapiencia de Colón en muchos de sus jugadores para jugar estos partidos le permitió tener la efectividad que se necesita en estos tipos de encuentros, aunque también la cuota de suerte y la mínima complicidad rival.
Entonces, mientras el arquero de la visita, Giraudo, tapó de manera perfecta sendos muy buenos remates de Gabriel Gonella en una misma jugada, en el local Suárez no manoteó de la manera precisa el tiro de “puntín” de Conti, que tras un efecto raro, terminó metiéndose adentro del arco.
Después, al final y con el error de Gonella en un despeje, llegó el gol de Marín, sólo para estadísticas, pero importante para el momento y para el goleador, que definió perfecto.
Previo a estas últimas jugadas, todas en el complemento, el partido entregó poco o nada (salvo, cuando la pelota dio en el travesaño tras un cabezazo de Cristian Fernández). Sólo movidas tácticas o estratégicas de ambos equipos para tratar de sacar de la monotonía a un partido, al que le faltó emoción y fútbol, principalmente.
No es que haya escaseado la ambición, porque ambos a su manera la tuvieron, pero faltaron luces para sorprender en ataques o inteligencia para elegir la mejor opción.
En tanto, siempre sin descuidar el orden y el rearmado defensivo, los equipos dieron a entender que se jugaban el destino en el torneo, que para alegría “rojinegra” la misma concluyó a su favor, mientras que Argentino, una vez más, debe asumir la tristeza de no llegar a más, aunque con la tranquilidad de sus aspiraciones le permitieron disputar la pelea por el título y olvidarse de los puestos del fondo.
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