"Te tengo que contar un secreto, pero no lo divulgues demasiado", le pidió el por entonces novio de Victoria Donda Pérez al realizador Adrián Jaime. Ambos tenían una relativa amistad, jugaban fútbol juntos. Tras esa petición, Adrián se entera que Victoria, en ese momento conocida como Analía, podía ser hija de desaparecidos.
Ese es el germen de la prehistoria del documental "Victoria", que se exhibiera por primera vez en Villa María, durante el día de ayer, en tres funciones casi colmadas -sobre todo de estudiantes- en el auditorio de la medioteca, con la presencia del propio Jaime, la diputada kirchnerista de nuestra ciudad Cecilia Merchán (productora del filme) y Jesús Chirino, dirigente de CTA local y organizador del evento.
En diálogo con EL DIARIO, el director relató parte del eje central de su producción: "Victoria vivía con su apropiador Juan Azic, un verdulero que en los años de plomo trabajaba en la ESMA, donde nació ella. Allí, ejercía como uno de los superiores, Adolfo Donda Tigel, tío de Victoria; es decir, hermano y cuñado de los papás desaparecidos. Ella crece en el seno de la familia apropiadora, donde su supuesto padre había construido una calesita, porque el anhelo de su esposa era tener hijos y no podía, como la mayoría de las madres apropiadoras".
¿Cómo se entera Victoria de su posible identidad?
- Fue muy loco como se da el caso, porque va más allá del típico vacío de documentos y fotos de la madre embarazada y de datos falsos sobre el padre. Victoria, después de 2001 empieza a militar y, extrañamente los apropiadores después de todo, dejan que participe. Mucha gente ve en esto una conexión mística con los verdaderos padres, pero yo creo más en una casualidad o un acto de rebeldía. En una reunión de militantes conoce a un tipo que sabía de la historia oscura de Donda Tigel. Entonces advierte a la organización social, creyendo que se había infiltrado un "servicio". La organización pide informes a entidades de derechos humanos hasta que dan con la posible apropiación.
¿De qué manera accede ella a la prueba?
- Pasaron unos ocho meses entre que conoció la noticia y el momento en que fue a la ESMA a hacer la prueba de ADN. Imaginate lo durísimo que es ese momento, de darte cuenta que vivías en un castillo de mentiras y sacás una carta y se te cae todo. Estos chicos, cuando descubren la verdad no tienen de qué aferrarse...Después pasó mucho tiempo hasta que decidió conocer a la familia verdadera. Lo que pasa que ella no tuvo una relación tormentosa con los apropiadores, como en otros casos. De hecho, aún sigue teniendo una relación con ellos, en especial la madre, aunque por supuesto no los justifica.
¿Y cómo accedió a tu propuesta, siendo que pasaba semejante circunstancia?
- Por un lado, está el tema que yo la conocía, que me tenía confianza en lo que iba a hacer. Después, que tenía en cuenta la dimensión política de un documento de tal carácter. También, el hecho de que nosotros le allanamos el camino para la investigación y en realidad, la acompañamos en su proceso, no le hicimos entrevistas cara a cara. Fue una decisión no caer en la típica película de derechos humanos que son un lamento, un llanto total. Este trabajo apunta a su historia, aunque termina en el principio. La idea era esa: que empezara yendo a su encuentro con la familia verdadera y finalizara con su prueba de ADN en la ESMA.
El filme cuenta con diversos testimonios a lo largo de sus 85 minutos, menos el de su tío Donda Tigel (encarcelado) y su hermana Daniela, criada por el represor.