El fiscal Félix Martínez solicitó ayer la declaración de incompetencia en la causa por la cual se investiga el homicidio del adolescente Pablo Maximiliano Ramírez, acaecido el 7 de agosto en barrio Las Playas, por lo que el expediente será girado al Juzgado de Menores para que se concluya la instrucción y se resuelva la situación procesal del único imputado, también menor de edad.
El titular de la Fiscalía de Instrucción del Primer Turno formuló el pedido a la juez de Control subrogante, Teresa Pedraza, quien a más tardar el viernes estará remitiendo todo lo actuado a su par Cecilia Fernández para que finalice la investigación y decida la suerte de M. R., el joven de 17 años que está acusado y detenido por el crimen de Ramírez.
El adolescente se encuentra alojado en un instituto de máxima seguridad de la ciudad de Córdoba, imputado como presunto autor de “homicidio simple, agravado por el uso de arma de fuego”.
M. R. deberá estar al menos un año bajo tratamiento tutelar y recién entonces, ya con 18 años cumplidos, la juez en cuestión resolverá sobre la declaración de responsabilidad y si es pasible de recibir una condena por el hecho que se le atribuye.

Lo despreciaba

Por otra parte, pudo saberse en la víspera que el móvil del hecho que terminó con la vida de Ramírez, también de 17 años de edad, fue una serie de episodios relacionados con el trato despectivo que la víctima le dispensaba al matador.
Según los datos surgidos durante la investigación y de los testimonios receptados, “había broncas viejas” entre ambos jóvenes, ya que Ramírez “agarraba de gil” a M. R. y, como suele decirse vulgarmente, “lo tenía de hijo”, según precisó una fuente tribunalicia.
Envalentonado por su entorno (principalmente algunos amigos del confeso homicida), el adolescente habría tomado la decisión de terminar con aquellos tratos humillantes y, desbordado emocionalmente, fue en busca de Ramírez armado con una escopeta calibre 16 con caño recortado.

A quemarropa

Eran alrededor de las 20.30 de aquel jueves de agosto cuando M. R., a bordo de una moto y acompañado por otro joven (al parecer también menor, quien podría llegar a quedar implicado en la causa como posible partícipe o encubridor del crimen), llegó hasta la esquina de Figueroa Alcorta y Ecuador, llamó a Ramírez -que vivía en una humilde casita ubicada en dicha esquina- y cuando el joven se acercó, le descerrajó dos disparos que le dieron muerte en forma instantánea.
El adolescente se entregó el 12 de agosto, es decir cinco días después del asesinato, acompañado por la abogada Karina Bruno, y desde entonces se encuentra detenido, a disposición de la Justicia local.
Si bien en un primer momento se asoció el hecho de sangre con un presunto “ajuste de cuentas” por desavenencias derivadas del tráfico de drogas (para más datos, en el bolsillo del pantalón de Ramírez se encontraron varios “porros” o cigarrillos de marihuana), los distintos testimonios recogidos durante la instrucción de la causa revelaron los verdaderos móviles del crimen.

Sin sospechas

En tanto, otro joven que inicialmente estuvo bajo la mira de la Justicia, quedó totalmente desvinculado de la causa.
Se trata de un muchacho apellidado Peralta, mayor de edad, sobre quien recayeron algunas sospechas momentos después de ocurrido el homicidio, pero con el transcurrir de los días, y a medida que la investigación fue avanzando, se logró establecer que no había tenido nada que ver con el hecho.
En realidad, Peralta jamás estuvo detenido ni fue imputado por el fiscal Martínez, pero si estuvo a su disposición en base a una serie de conjeturas que lo vinculaban con Ramírez y una supuesta diferencia entre ambos.