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Diego Pellegrini (H)
Otra demostración de fútbol de Colón. Nuevamente el equipo de Leonardo Comba demuestra que está un paso por delante que la mayoría de sus rivales. Esta vez, la víctima fue su clásico rival Rivadavia, que recibió cuatro goles y quedó muy cerca de la eliminación.
Sin lugar a dudas, el presente de cada uno de los equipo quedó plasmado en el campo de juego. El local, jugando siempre a lo mismo, con orden táctico, experiencia en cada una de sus líneas y eficacia ofensiva. Por el lado de Rivadavia, la cuestión es diferente. Titulares ausentes por lesiones y suspensiones (Guzmán, Le Roux, Tissera, José, Damiano), con un equipo en formación por la llegada de Diego Valle, buscando su verdadera identidad futbolística.
Entonces, ante esta situación el encuentro dependía mucho más de lo que podía hacer Colón que de Rivadavia. Y así fue. El local demostró que cada vez que quiso, lastimó a su rival de manera profunda, con un primer tiempo irregular y un complemento arrollador.
No obstante, esa primera etapa pálida en lo futbolístico, empezó a demostrar quién era el que llevaba las riendas del cotejo. Y en los primeros quince minutos, quedó en evidencia gracias a las situaciones de peligro.
A los cinco minutos, José Fernández tuvo la primera clara. El delantero le ganó a Cabrera y quedó de cara al gol, pero la humanidad de Jacobo Bachanini impidió la apertura del marcador. En la siguiente (a los 8’), Luciano Luppo cabeceó ante una mala salida del portero, pero el balón salió cerca. Y en la tercera, llegó finalmente el gol.
Otra vez Fernández se encontró con la pelota en el área rival, pero esta vez el delantero número diez no perdonó, definiendo contra el palo derecho.
La apertura del marcador era premio a ese buen pasaje de Colón, que lo coronaba con el 1 a 0.
Rivadavia, por su parte, contó con quince minutos donde la pelota le perteneció, jugó en campo de Colón y pareció estar cerca. Pero la falta de ideas hizo que el “Verde” chocara contra una pared defensiva pintada de rojo y negro. Las dos líneas de cuatro del local, replegadas y ordenadas, le impedían a Rivadavia llegar al arco de Julio Giraudo.
Claro que la contracara era Colón que, sin jugar bien, descubría grietas de color verde y se aproximaba al segundo tanto.
A los 28’, Diego Gabetta asistió a Bernardo Chocobares y el ex Alem definió con un remate violento, por encima del travesaño. A los 42’ otra vez Gabetta se encontró con Chocobares, pero esta vez el volante definió a las manos de Bachanini.
Para destacar del equipo de Diego Valle, una pelota parada con jugada preparada que Lucas Barengo no pudo empujar, por la aparición de Giraudo.
El complemento sería todo de Colón, aunque curiosamente un error entre Mansi y Alvarez le entregó a Marcos Berterame el uno a uno, pero el disparo del volante goleador (tiene 6 tantos) se fue por arriba.
De ahí en más, fue el show de Colón, que empezó con un frentazo en contra de Berterame, tras centro de Navarro, para poner el 2 a 0.
En el minuto catorce, otra pelota parada de José Navarro terminó en gol. Esta vez con el cabezazo de Fernández, 3 a 0. Y a los 22’ (quién si no) Fernández empujó el balón al 4 a 0, tercero en su cuenta personal.
La superioridad de Colón era abrumadora y Rivadavia no encontraba respuestas. Valle probó con el ingreso de Sachetto, Bonaveri y Cesarini, pero nada se modificó y el local continuó haciendo su trabajo, con agresividad, hasta el minuto noventa.
Dos remates de Navarro (uno dio en el travesaño) y la última sobre el final, cuando Mansi se lo perdió en dos oportunidades y Gabetta reventó el horizontal.
A esa altura, el daño ya estaba hecho. Rivadavia no podía y Colón quería cerrar una victoria histórica, que quedará en la retina de cada uno de los hinchas del “sangre y luto”, todo gracias al fútbol de Colón

El árbitro

Julio Quinteros tuvo una tarde tranquila, sin sobresaltos. Amonestó correctamente y trató de tranquilizar ante cada jugada violenta.

La figura

José Fernández apareció en todo su esplendor para convertir tres goles y liquidar a su clásico rival. No perdonó ante cada pelota de peligro, ajusticiando a la defensa rival.