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“La variación presente no debe limitarse a suplantar a los funcionarios públicos e imitar su corrupción y su indolencia. Es necesario destruir los abusos de la administración, desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al Estado, excitar y dirigir el espíritu público, educar al pueblo, destruir o contener a sus enemigos y dar nueva vida a las provincias. Si el Gobierno huye el trabajo; si sigue las huellas de sus predecesores, conservando la alianza con la corrupción y el desorden, hará traición a las justas esperanzas del pueblo y llegará a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en sus manos.”
Mariano Moreno
"En nuestro país hubo siempre grandes ganadores minoritarios y grandes perdedores mayoritarios.” Con estas palabras definió el economista Abraham Gak uno de los grandes dramas de la economía argentina: la pobreza.
La falta de solución a un problema tan profundo y que sumerge a la marginación a millones de personas, es tal vez la asignatura pendiente más importante que tenemos los argentinos en este Bicentenario de la Patria.
Es una tarea ardua, necesaria y una batalla que debe comprometer a la sociedad toda.
La concentración económica de la Argentina es tan impresionante que deja en manos de muy pocas empresas las mejores tajadas de la torta de la riqueza del país. Podría decirse que casi un 80% de la producción pasa derecho a esas cajas. Los grandes ganadores minoritarios.
“La variación presente no debe limitarse a suplantar a los funcionarios públicos e imitar su corrupción y su indolencia. Es necesario destruir los abusos de la administración, desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al Estado...”, dijo Mariano Moreno en su discurso el 25 de mayo de 1810 al asumir en la Primera Junta.
Estas palabras suenan tan actuales que cabe preguntarse ¿qué nos impidió avanzar en el remedio de los males que afligen al Estado?
¿Qué nos obstaculizó el camino para que hubiera mayor equilibrio entre ganadores y perdedores?
El fracaso de las administraciones, los gobiernos entreguistas, el poder de la oligarquía, la falta de una política de Estado, las dictaduras son algunos de los tantos hilos de la madeja utilizada para tejer y destejer los sueños de los argentinos.
Pero, la otra parte está relacionada, sin duda, con un problema social y cultural que nos impide madurar como sociedad y juntarnos en un proyecto común para cumplir con los excluidos del sistema y con el destino que soñaron los revolucionarios de mayo.
Se han dado pasos para la inclusión de un sector de la sociedad en los últimos años, la asignación por hijo es un ejemplo, pero no son suficientes para conducir al país a un modelo de inclusión que permita la igualdad de oportunidades para todos y una mayor equidad en la distribución de la riqueza.
Es la deuda interna que no termina de pagarse. Inclusión no es sólo brindar la posibilidad de un ingreso digno, inclusión es garantizar la educación del pueblo, su salud y su seguridad.
Y para eso, como dijo Gak, hace falta recorrer un largo camino.
“Si el Gobierno huye el trabajo; si sigue las huellas de sus predecesores, conservando la alianza con la corrupción y el desorden, hará traición a las justas esperanzas del pueblo y llegará a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en sus manos”, señaló Mariano Moreno.
Sería interesante que toda la clase dirigente tome nota de estas palabras. La lucha contra el poder económico es dura y no puede darse con las fuerzas sociales divididas. ¿Aprenderemos antes del Tricentenario?
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