Carancho

El director Pablo Trapero es uno de los realizadores que forman parte de la nueva movida del cine argentino. Con su estilo propio, retrata sutilmente la decadencia de nuestra sociedad y sus instituciones, que aborda nuevamente en su sexto filme.
Apoyado, en este caso, en estadísticas sobre la crisis accidentológica, resalta en los títulos que veintidós personas mueren por día y ocho mil al año y más de ciento veinte mil resultan heridas. La última década ha dejado cien mil muertos.
El enorme mercado que abarca el conjunto de indemnizaciones de las aseguradoras y la fragilidad de la ley, hace al oportunismo de "negocios". El tema está abordado desde el filme "noir" y una historia de amor, con el protagónico de Ricardo Darín y Martina Gusmán, y lo cuenta desde la mirada de un "correambulancias", un abogado "carroñero" de nombre Sosa, a punto de recuperar su matrícula, que está al acecho de cualquier accidente para lucrar con el dolor de la gente. Especialista en accidente de tránsito se mueve entre guardia de hospitales, la fundación de ayuda a las víctimas. Sosa consigue todo: testigos, arregla con la Policía, los jueces y las aseguradoras.
El contrapunto está dado por la enfermera Luján (Martina Gusmán), que forma parte de la guardia de urgencia de un hospital público, que ve pasar por sus ojos las distintas desgracias acaecidas en el conourbano bonaerense.
Relacionados en una tortuosa historia de amor, se contrapone una mirada distinta de ver y sobrevivir en esta jungla de cemento. Ella tratando de salvar víctimas, él tratando de convertirlo en cliente, juntos intentarán modificar sus vidas, pero el pasado turbulento de Sosa se interpondrá.

El príncipe de Persia

Cine fantástico de efectos especiales, para contar cómo el príncipe de Persia (cuyo nombre verdadero es Ervey), derrotan al Maharajah de la India. En estreno mundial la película se mueve en arenas calientes, donde Visir, quien desea obtener los poderes de las arenas del tiempo, convirtiéndose en un Dios inmortal para controlar el tiempo, engaña al príncipe para que abra el reloj de arena. Pero cuando el príncipe se da cuenta de la trampa es demasiado tarde, las arenas destruyen el reino y convierten a todos los habitantes en criaturas monstruosas. Sólo permanecen inalterables gracias a sus posesiones la daga del príncipe, la vara de Visir, y el medallón de Farah.