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1- Georgina Giovannoni 2- Georgina, en pleno vuelo artístico |
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Eleonora Cassano y el Ballet Argentino pasaron por Villa María trayendo un espectáculo atípico para un cuerpo de baile que siempre se caracterizó por cultivar la danza clásica. El viernes 4 se presentó en el Teatro Verdi una obra para el deleite visual y musical que se denominó “Tango de burdel, de salón y de calle”.
Este espectáculo mereció distinciones de prestigio en nuestro país y en el exterior. La gira, después de varios meses de actividades en Argentina y algunos países de Latinoamérica, sigue ahora en Europa, donde las posibilidades son impredecibles. Por eso nos hacemos una vez más la pregunta sobre el fenómeno del tango.
Georgina Giovannoni vino con Cassano a Villa María. Es hija de un villamariense y eso nos enorgullece, nos hace sentir más cerca de esta jovencísima bailarina, que desde su tierna edad ha sido merecedora de distinciones internacionales y propuestas que la llevaron a bailar, con tan sólo 11 años, a Francia con el Ballet de Luxemburgo y a México, donde permaneció por varios meses. Tiene ella una sonrisa amplia, mezcla de niña y mujer. Es vivaz y simpática, con la alegría de la artista que se siente plena y firme en el lugar que se ha ganado y merecido.
Con ella hablamos, para que nos conteste preguntas que se nos ocurren esclarecedoras de algunos pasajes de la fenomenología de la danza contemporánea. Comenzamos por el tango, pero nuestra entrevistada nos aclaró desde el inicio “si intentara dar un concepto propio sería posicionarme a la par de una trayectoria como la de la coreógrafa Ana María Stekelman y más aún como la de Eleonora Cassano, dado que ellas son las que me están formando con su experiencia tanto arriba como abajo del escenario”. Por ese motivo dejamos atrás un puñado de preguntas y continuamos con otras un poco más personales relacionadas con su experiencia.
-¿Te sentís contenida por este nuevo grupo dedicado al tango?
-Totalmente, es muy interesante lo que logramos entre todos aportando con la formación de cada uno en distintas danzas, como el tango, folclore, comedia musical, jazz… yo soy la única bailarina clásica (después de Eleonora, por supuesto) y la más joven, y por lo tanto cada día aprendo mucho de mis compañeros.
-Hace un tiempo manifestaste algo sobre tu concepto sobre el desplazamiento del clásico por un movimiento centrado en la danza moderna y otros estilos ¿Pensás igual aunque sigas siendo una bailarina clásica?
-Sí, el clásico es mi primer amor… pero la danza es arte y sigue una dinámica de transformación, al igual que la sociedad misma… el mundo lo plantea. Yo tomo mi carrera como un desafío constante hacia el logro de la versatilidad en el género y esto aumenta mi capacidad de disfrute. Por eso estoy aprovechando esta oportunidad de bailar otros estilos… la obra lo requiere y además sirve como complemento en mi formación.
-¿Tu profesión y el crecimiento que puedas tener en ella está marcado por la práctica permanente sumada luego a las condiciones personales?
-El talento viene de nacimiento, pero sin práctica constante y disciplina no sirve de nada tenerlo. Y también, todo “depende a dónde quieras llegar...” eso nos da la medida de los sacrificios que cada uno está dispuesto a hacer. En lo personal todos los días trabajo sobre mis aptitudes físicas e intelectuales para el estudio de la técnica, pero valorizo sobre todo a la danza como un sentimiento, no como algo mecánico. Empieza como un movimiento interno, desde el alma se busca transmitir esa conmoción desde el escenario, ¡¿y por qué no, cada día en el salón de danza?!… esa conexión con el espectador es única, no hay fórmula para lograrla, ¡y eso es lo que más me gusta de todo esto!
-¿La disciplina es férrea y excluyente de cualquier otra actividad o te permite estudiar y desarrollarte para un futuro lejos de la danza?
-La carrera del bailarín es muy corta, comienza a temprana edad con un ritmo muy exigente y es difícil seguir los estudios con regularidad. En mi caso particular, pronto rendiré la última materia para terminar el colegio secundario en un sistema acelerado y la verdad que tengo mucho interés por seguir estudiando. Considero que es muy importante para mí proyectarme intelectualmente en otros ámbitos, eso me hará crecer como persona y como bailarina también.
-¿Qué artistas fueron tus modelos y cuáles marcaron su impronta sobre tu propio estilo?
-Yo me inicié en la danza viendo bailar a Julio Bocca y a Eleonora Cassano, siempre serán figuras ejemplares de la danza, a las que admiro profundamente. Pero nunca tuve un modelo a seguir, tampoco un estilo… Los bailarines debemos ampliar nuestra forma de expresión y acompañar los cambios que imponen las nuevas generaciones. De alguna manera, dichos artistas lo han demostrado, en parte Julio con el Bocca Tango… y ahora Eleonora.
-¿Cassano es como compañera y directora lo que vos esperás de alguien encumbrado como ella?
-Me siento una privilegiada al poder compartir algo que me hace muy feliz con una profesional de tal magnitud. Con mis 19 años es una responsabilidad que trato de merecerla día a día con trabajo y humildad.
Cuando niña, llegó a sus manos un folleto en el que promocionaban una escuela de danzas clásicas, automáticamente pensó en una de las figuras más reconocidas y mediáticas de aquel entonces: Julio Bocca. Quizás sin saberlo, y con ese deseo que caracteriza a los niños, Georgina pidió ir a esa escuela. De esa manera, realizó su primera clase y de ahí en más no descansaría más. Mucho esfuerzo fue el que debió hacer, era sólo una pequeña que no había hecho su secundario y se le presentaban un montón de sacrificios por hacer; pero cuando la pasión es grande, cuando la capacidad empieza a desarrollarse y la convicción se afianza los logros comienzan a “redituar”. Georgina obtuvo la medalla de oro en el “Danzart” a los diez años. Después consiguió una beca en el estudio de Mónica Panader, donde saldría su pasaje a Francia. Un par de años después pasaría por el estudio del profesor Raúl Candal y luego llegaría su incorporación al prestigioso Ballet Argentino. La vida no es fácil, está haciendo un secundario avanzado y su vida social, de amigos, de joven, se ve aplazada por el sueño de la danza. Ha confesado en varias oportunidades que son “postergaciones” que más adelante podrá disfrutar.
Darío Falconi
Especial para EL DIARIO
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